Patrones para elegir la forma jurídica de una empresa
Cuando se pone en marcha una empresa no sólo se debe tener en cuenta la financiación, los recursos, etc. La forma jurídica es uno de los aspectos clave que deben elegirse cuando se va a constituir una compañía. De hecho, debe ser uno de los primeros en definir, porque a partir de él se derivan otros muchos aspectos que la definirán como empresa. Sociedad anónima, limitada, cooperativa o trabajador autónomo, sea cual sea, debe someterse a un estudio exahustivo para decidir cuál de ellas es la que más se adapta a la actividad y las necesidades de la empresa en concreto. No hay formas jurídicas mejores o peores, no existe un patrón que las determine como “buenas” o “malas”. Simplemente tienen una serie de características legales que hacen que se adapten mejor o peor al tipo de proyecto que se quiere constituir.
Se pueden tomar como base una serie de parámetros que harán decidir una forma u otra, en función de las características del proyecto empresarial.
- Tipo de actividad: a qué se va a dedicar la empresa. Este es un aspecto que puede determinar la forma jurídica si existiera una norma legal que tenga que aplicarse al tipo de empresa concreto.
- Número de socios: dependiendo de si es una persona sola la que crea la empresa o son varias, dependerá establecer una forma jurídica u otra. En el caso de ser más de una, se podría constituir una Comunidad de Bienes, además de una sociedad.
- Responsabilidad de los socios: se debe decidir también la responsabilidad del capital invertido. En función de lo elegido, afecta al patrimonio civil o mercantil, o estará limitado a lo aportado para la empresa.
- Economía de la empresa: la elección de una forma jurídica u otra no tiene el mismo precio. Por tanto, también es necesario informarse de los costes de cada una de ellas, para determinar a cuál podemos hacer frente.
- Aspectos fiscales: la empresa debe soportar costes fiscales, en lo que también influye el tipo de forma jurídica elegido. Las sociedades, por ejemplo, tributan a través del Impuesto sobre Sociedades y un empresario único, a través del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Son costes que hay que tener en cuenta ya que la empresa los tendrá que asumir periódicamente.
Teniendo en cuenta todos los puntos anteriores y buscando la mejor opción para la compañía, se podrá elegir un tipo de forma jurídica u otro.