Empresas con menos deuda y más inversión
El cierre del grifo del crédito es uno de los determinantes de la crisis iniciada hace siete años. Cuando estalló esta, la generalidad de los expertos coincidieron en una seria advertencia sobre una pesada losa que con toda seguridad iba a retrasar la salida de la recesión: el elevado endeudamiento. Y este, en las dos vertientes, el de las familias y el de las empresas. Solo faltó que pasara el tiempo para que estos augurios se convirtieran en realidad. Y así lo constató la evolución que registraron las principales variables macroeconómicas.
Atender a las obligaciones financieras es fundamental para la supervivencia tanto de la economía familiar como de las empresas. Esta es a principal razón por la que, cuando en uno u otro ámbito se realiza una gestión responsable, unos y otras no dejan de cumplir mientras puedan sus obligaciones con las entidades de crédito. Eso significa que los fondos de dos principales pilares del crecimiento económico, es decir, el consumo y la inversión, se orientaron a atender el apalancamiento. Y lo hicieron de tal forma que solo ahora, en 2014, están empezando a recuperarse de verdad.
La crisis y la falta de crédito obligaron a las empresas a su elevado endeudamiento y las cifras revelan que el ajuste para acabar con ese importante desequilibrio se inició en 2008. Sin embargo, es ahora cuando se está acelerando. Según el Banco de España, el ratio de endeudamiento de las empresas ha llegado a su nivel más bajo desde 1998. En los cuatro años largos transcurridos desde la cota más alta, entre 2006 y 2007 hasta finales de 2011, el ratio, obligado por la crisis y la falta de crédito, se recorta de forma natural, incluso llega a registrar pequeños repuntes en 2010 y 2011. Sin embargo, en los dos años transcurridos desde entonces hasta finales de 2013 la caída del ratio de endeudamiento se acelera fuertemente, hasta el punto de bajar 7,3 puntos (la deuda pasa del 118,3% al 111,0% de los fondos propios).
La aceleración de este ajuste, dos veces mayor en menos de la mitad de tiempo, es antes que nada efecto de la eficacia de las medidas normativas para desincentivar fiscalmente el endeudamiento de las empresas, sobre todo los gastos financieros. Una política que forma parte de las reformas estructurales demandadas por los organismos internacionales y aplicadas por el Gobierno español, que están empezando a demostrar sus beneficiosos efectos. De hecho, uno de sus principales objetivos ha sido mejorar la capitalización con la nueva deducción por reinvertir los beneficios y la inversión en nuevos activos reales para mejorar la situación patrimonial de las empresas. La reforma fiscal que hay en trámite parlamentario debe incidir en esta línea para desincentivar la excesiva deuda en las empresas y reactivar la inversión.