Un banquero de talla mundial
Como le gustaba repetir a don Emilio, cada día tiene su afán y nuestro afán del miércoles, 10 de septiembre, es realmente penoso, pero toca cumplir con él. No es fácil glosar la figura del hasta entonces presidente del Banco Santander sin caer en el halago o hurtarle elogios merecidos. Y ese es mi temor al escribir estas rápidas líneas sobre un empresario, un banquero y un hombre de la talla de Emilio Botín. A estas alturas, ya nadie pone en duda que ha sido el principal impulsor de la renovación del sistema financiero español y de la modernización de nuestro sector bancario. Su labor inmensa, durante los casi 30 años que presidió el Grupo Santander, no solo logró hacer de este pequeña entidad norteña uno de los primeros grupos del sistema financiero mundial, sino que ha contribuido de una forma decisiva al prestigio de los bancos españoles, y también de nuestra economía, en el ámbito internacional.
La gran aportación de don Emilio fue entender, y luego demostrar, que un modelo bancario centrado en el cliente y la economía real, más de Main Street y no tanto de Wall Street, podía ser un modelo de éxito en el contexto de la banca internacional. De hecho, esa estrategia ha situado al Grupo Santander entre los diez primeros bancos del mundo. Ambos factores, implantación internacional y un modelo de banco al servicio del cliente y de la economía real, han sido los dos elementos clave que los grandes bancos españoles han aportado al mantenimiento de la estabilidad del sistema financiero español, e internacional, un papel esencial y no suficientemente valorado en todos estos años de crisis. Por ello, no me cansa reiterar que la economía española ha tenido una inmensa fortuna al poder contar con unos bancos, un modelo de negocio y unos gestores de la talla de Emilio Botín durante este periodo tan complicado que nos ha tocado vivir.
Pero no querría dejar estas líneas sin referirme a don Emilio como persona. Un hombre franco, cercano y de trato sencillo que, sobre todo y como tuve el privilegio de comprobar personalmente en estos meses, sabía transmitir sus ideas con precisión, pero también sabía escuchar con atención las opiniones de sus colaboradores y conocidos. Ese afán por escuchar y aprender es, quizás, lo que más sorprendía en la distancia corta. Resulta obvio que sus cualidades transcendieron el ámbito empresarial. Habrá otros que podrán glosar esta faceta con mayor precisión, pero me gustaría destacar su interés y preocupación por la educación de los jóvenes, plasmada en el proyecto Universia, que ha ayudado a la formación de miles de universitarios españoles e iberoamericanos. Por cierto, que Iberoamérica era otra de sus grandes pasiones, demostrando una devoción y un interés por el otro lado del Atlántico que sólo se puede comparar al que demostró por España. En suma, don Emilio deja un gran legado: un grupo bancario sólido que trabaja al servicio de sus clientes pero, sobre todo, una empresa que siempre ha sabido unir los intereses de la entidad con el servicio a los intereses generales de España. Y deja también un gran equipo de profesionales que representan la mejor garantía de la continuidad en la gestión y de un futuro pleno de éxitos. En nuestro recuerdo, Emilio Botín permanecerá como el gran empresario que fue y como uno de los mejores banqueros de la historia de España, si no del mundo.
José María Roldán es Presidente de la Asociación Española de Banca (AEB)