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Columna
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La privatización australiana

Las privatizaciones en Australia están empujando la creación de un mercado de compradores. Los activos en venta, que incluyen desde los puertos a las redes de electricidad, podrían tener un valor de 93.000 millones dólares (unos 72.000 millones de euros). Esto equivale a casi las tres cuartas partes del valor total de las fusiones y adquisiciones australianas en los últimos dos años.

Una venta masiva tiene sentido. Después de una desaceleración de la inversión minera, el desempleo en Australia se encuentra en su máximo nivel de los últimos 12 años. Para crear nuevos puestos de trabajo y fomentar el crecimiento, el Gobierno federal está dispuesto a ver cómo los estados se deshacen de las infraestructuras que controlan y luego reciclan esos ingresos en nuevos proyectos.

No hay falta de demanda de activos de infraestructura en los mercados desarrollados con flujos de efectivo establecidos. Los fondos de pensiones, los inversionistas soberanos, y las dotaciones han combinado activos de alrededor de 50 billones de dólares y están subexpuestas al sector, según Business 20, un grupo que elabora recomendaciones de política para la reunión anual de líderes del G20. Sin embargo, con tasas de interés que podrían aumentar en un corto plazo, el apetito de los compradores de comercio puede disminuir.

En todo caso, el riesgo es el de un choque en cadena si se produce una competición entre los estados por atraer inversores. El número de fondos capaces de llevar a cabo las operaciones y emitir cheques grandes es limitado.

Mientras tanto, el Gobierno federal también prepara la privatización de una serie de otros grandes activos incluyendo la aseguradora de salud Medibank. Puede seguirle el servicio de impresión de dinero Royal Australian Mint. Los activos ya privatizados este año, como Queensland Autopistas y el puerto de Newcastle, han alcanzado unas valoraciones muy positivas, después de atraer a numerosos interesados. Pero con una oferta tan amplia, puede suceder que los compradores tengan la última palabra.

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