Del Mondeo al Clio: coches más pequeños para tiempos de crisis
Si la tasa de adulterios en España es un dato que el Instituto Nacional de Estadística no puede obtener (de un modo fiable), lo que sí se puede afirmar con rotundidad es que el español es fiel a su coche. Aunque en agosto el coche más vendido fue el Dacia Sandero, los reyes del asfalto en España son prácticamente los mismos desde antes de la crisis: Renault (Mégane y Clio), Citroën (C4), Seat (Ibiza), Volkswagen (Polo y Golf), Opel (Corsa y Astra) y Peugeot. Desde 2006, estos modelos lideran el top de los más vendidos, pujando mes a mes por colocarse en primera posición en pugnas con pocos modelos de diferencia entre sí.
Aunque en líneas generales gustan los utilitarios pequeños y funcionales, lo cierto es que antes de la crisis el bolsillo aún se podía permitir algunos lujos. Según los datos de matriculaciones, en 2006, el segmento medio-alto de turismos, donde se colocan modelos como el Ford Mondeo o el Renault Laguna, acaparaba una cuota del 16,4%. Eran años de ventas récord, cuando se matriculaban 1,5 millones de vehículos frente a los 722.703 vendidos en 2013.
Este segmento ha ido perdiendo peso progresivamente durante los años de crisis hasta quedarse en un 11,1% del total del mercado en 2013. Entre enero y agosto, la cuota de estos vehículos se ha reducido hasta un 9,4%. Se venden 54.611 unidades de este segmento, frente a las 224.277 unidades de 2006.
Los beneficiados de este desplazamiento de la demanda han sido el segmento medio-bajo (donde se agrupan el Renault Mégane o el Ford Focus), el segmento pequeño (Seat Ibiza y Renault Clio) y los todoterrenos de gama media y pequeña. Destaca el caso especial del Nissan Qashqai, todo un fenómeno en ventas que se ha colado en las listas de los más matriculados todos los años desde 2009, ya dentro de la crisis. Este modelo se ubica en el segmento medio-bajo.
La razón fundamental del desplazamiento, más allá de las restricciones en el consumo familiar que han hundido las matriculaciones durante la crisis, es el efecto de los planes PIVE de achatarramiento de vehículos antiguos, que ponen límites de precio a los coches que se quieran beneficiar del plan (no pueden costar más de 25.000 euros) y prefiere los vehículos más eficientes.