Balenciaga, el resurgir empresarial de un mito de la moda
Creada por el maestro de modistas, la firma renace bajo el grupo Kering Está presente en 91 países, con tiendas en París, Tokio o el Soho neoyorquino
El maestro de todos nosotros”. Son palabras del símbolo de la moda Chistian Dior para señalar al modisto más grande, el español Cristóbal Balenciaga. “Con los tejidos, nosotros hacemos lo que podemos. Balenciaga hace lo que quiere”, añadía. El creador se convirtió en una figura mítica de la alta costura, a la que acudían las estrellas de cine y millonarias, aunque no tanto en su vertiente empresarial. En las últimas décadas, diferentes iniciativas han intentado rescatar su legado, ahora de la mano del gran grupo del lujo francés Kering.
Balenciaga nace en Guetaria (Guipúzcoa) en 1895. En 1917 abre su primer establecimiento. Su temprana fama lleva a que por su taller acuda la realeza española y la aristocracia. Inaugura tienda en Madrid y Barcelona. Pero la Guerra Civil le deja sin su elegante clientela. Así que decide comenzar de nuevo en París, abriendo atelier en la exquisita avenida George V. Ahí comienza el mito. Sus diseños se convierten casi en esculturas e introduce nuevos estilos, también inspirados en Goya o Velázquez.
Cronología
1895 Nace Cristóbal Balenciaga en Guetaria.
1917. Abre su primer taller de costura en San Sebastián.
1937. Se traslada a París. Allí abre su atelier.
1947. Marca tendencias, con su línea tonneau.
1953. Lanza la falda balón.
1955. Sorprende con el vestido túnica.
1957. Le llega el turno al vestido saco.
1957. Lanza el baby doll, un vestido corto. Recibe el título de caballero de la Legión de Honor francesa.
1960. Diseña el traje de novia de Fabiola, reina de los belgas.
1968. Recibe el encargo de diseñar los uniformes de las azafatas de Air France. Ese mismo año se retira.
1972. Muere en Jávea.
1986. La firma Jacques Bogart se hace con la firma.
2001. El grupo Gucci (perteneciente actualmente a Kering) compra la marca.
2011. Se abre el Museo Cristóbal Balenciaga en Guetaria.
2012. Nicolas Ghesquière, tras 15 años, deja de ser el director creativo. Le sustituye Alexander Wang.
En los cuarenta llama la atención por sus tejidos con ricos bordados y por introducir el corte tonneau (tonel). Sin embargo, en los cincuenta y los sesenta se convierte en el soberano de la alta costura parisina, gracias a los vestidos a medida para estrellas como Elizabeth Taylor, Greta Garbo o de novia de la futura reina Fabiola. En 1950 presenta las mangas melón y las faldas globo. En 1955, sorprende con la túnica. Dos años después, es el turno del vestido saco. En 1958 lanza los originales vestidos cortos baby doll. Además, junto a la fábrica suiza Abraham inventa el tejido gazar, que le permite romper con el clasicismo. Desde entonces, sus creaciones comienzan a ser escultóricas, minimalistas, de formas abstractas y de volúmenes imposibles. El mundo de la moda se rinde ante el rey.
“Balenciaga es un modisto en el verdadero sentido de la palabra. Solo él es capaz de cortar los tejidos, montarlos y coserlos a mano. Los demás son simples diseñadores de moda”, alabó Coco Chanel. “Es el arquitecto de la alta costura”, le definió su discípulo Hubert de Givenchy. Entre sus aprendices también destacaron Emanuel Ungaro y Oscar de la Renta.
El cine también se rinde a sus pies. Desde 1939 viste a numerosas estrellas, en su vida privada y en películas. Ingrid Bergman aparece con sus diseños en Anastasia, Ava Gadner en El ángel vestido de rojo, Marlene Dietrich en Encuentro en París, o Eva Marie Saint en Con la muerte en los talones.
La retirada
En 1968 también hace una incursión corporativa diseñando los uniformes de las azafatas de Air France. Tras ello, se retira. Solo en 1972 crea el vestido de novia de Carmen Martínez-Bordiú, la nieta mayor del dictador Francisco Franco.
Ese año muere en su retiro de Jávea en Alicante, con lo que se apaga definitivamente la casa Balenciaga. Como modisto de alta costura, su desaparición deja huérfanas a sus clientas. No le sigue ninguna marca, ni desfile de prêt-à-porter. No hay continuidad empresarial. Solo en Japón y en algunas fragancias sigue vigente su nombre.
En 1986 la empresa Jacques Bogart, de perfumes, adquiere los derechos de uso de la firma Balenciaga. Los diseñadores Michel Goma y Josephus Thimister tratan de dar un nuevo brillo a la casa con colecciones prêt-à-porter. En 1992 la casa crea los uniformes del equipo olímpico francés.
En 2001, el entonces Grupo Gucci (ahora Kering, del magnate François Pinault) compra la marca. De la mano del director creativo Nicolas Ghesquière comienza una segunda juventud empresarial, con la apertura de tiendas en todo el mundo. Comienzan los éxitos del diseñador francés en botas, bolsos y cazadoras de piel de motorista. En las alfombras rojas se vuelven a ver balenciagas, tras muchos años de ostracismo.
Jennifer Connelly, Charlotte Gainsbourg o la actriz Kirsten Stewart, de la serie Crepúsculo, se suceden como imagen de la firma.
Tras 15 años al frente, en 2012 Ghesquière abandona la firma para convertirse en director creativo de Louis Vuitton (del gran holding rival LVMH, dirigido por Bernard Arnault). Le sustituye Alexander Wang, que hasta entonces dirigía los destinos de su propia marca. Ghesquière sale de forma amistosa con una indemnización de casi siete millones de euros más otros 32 en acciones. Hasta que habla demasiado en la prensa. Kering decide entonces demandarle, pidiendo daños por siete millones, por romper las cláusulas de confidencialidad establecidas tras su marcha. Un juez recientemente acaba de pedir a las partes que busquen mediación extrajudicial para llegar a un acuerdo.
Actualmente Balenciaga está presenten en 91 países, con tiendas en París, Tokio o el Soho neoyorquino.
La mejor forma de conocer el legado histórico del modisto, y ver aquellos increíbles diseños, es acudir al Museo Cristóbal Balenciaga, inaugurado en 2011 en Guetaria.
Con Gucci, Saint Laurent, Bottega Venetta, Puma...
El grupo Gucci compró Balenciaga en 2001. El holding ha pasado varias reestructuraciones y cambios de nombre, llamado posteriormente PPR y Kering desde 2013. Entre sus marcas más conocidas está Gucci, Brioni, Bottega Venetta, Stella McCartney, Saint Laurent o la firma deportiva Puma.
El grupo ingresó 9.736 millones de euros en 2013 (un 4% más que en el ejerció anterior). La división de lujo supuso 6.470 millones, de los que el 55% corresponde a Gucci, el 16% a Bottega Venetta y el 8% a Saint Laurent. Balenciaga se encuentra entre un grupo de 10 pequeñas firmas, que englobadas facturaron 1.337 millones.
Las ventas provinieron fundamentalmente de Europa Occidental (33%) y Asia (31%).