No es oro todo lo que reluce
Aunque los últimos datos económicos de España son bastante optimistas en cuanto a la evolución de la economía, los españoles todavía nos enfrentamos al preocupante problema de una tasa de paro que supera el 25%, con más de cuatro millones y medio de parados, de los cuales 1,27 millones son de larga duración, y a los datos que reflejan que en nuestro país hay casi dos millones de familias en los que ninguno de sus componentes tiene trabajo.
La delicada situación de desempleados mayores de 50 años o jóvenes sin experiencia laboral previa, a los que les es muy difícil incorporarse al mercado laboral, ha motivado la apuesta de muchos por iniciar una actividad empresarial por cuenta propia, lo que está provocando el actual auge emprendedor. También hay que tener en cuenta otros casos en los que la actividad emprendedora surge como consecuencia de la adquisición, por los propios trabajadores, de la titularidad de la empresa para la que han estado trabajando hasta que se ha visto sometida, como consecuencia de su situación de crisis, a un proceso concursal.
Además de todas estas personas que ven en la creación de su propio negocio la solución a su situación de desempleo, las instituciones públicas y privadas también están promoviendo el emprendimiento como salida de la crisis económica y la bajada de los datos del paro.
Pero, ¿es bueno fomentar en tal medida la iniciativa empresarial? Partiendo de la base de que el fomento del emprendimiento siempre es positivo para una economía de mercado, dado que la concurrencia de diversos operadores beneficia a la sociedad en su conjunto a través de la competitividad, hay que tener en cuenta que no se trata de poner en marcha un negocio, sino de que este se consolide y perdure en el tiempo. Desde mi punto de vista es en este punto donde hay que hacer mayor hincapié para evitar encontrarnos con la burbuja emprendedora, que al igual que nos pasó con el auge de la construcción, podría desinflarse tan rápido como creció.
Por ello, considero que desde las instituciones se deben llevar a cabo las medidas adecuadas para fomentar el emprendimiento responsable. Un empujón inicial que ayude a arrancar cualquier negocio es básico, pero este debe llevar emparejadas otras acciones como el impulso a la reactivación de la financiación o dotar al empresario de seguridad jurídica en el marco de sus actividades.
En cuanto a los emprendedores, se les debe avisar que pueden tener gran experiencia en trabajar y conocer el producto o servicio que ofrecen, y esto sería el primer paso para poner en marcha una empresa, pero también deben saber que necesitan conocimientos en cuanto a la dirección y gestión empresarial, si quieren que su negocio sobreviva. Por ejemplo, es muy aconsejable un previo estudio o informe para identificar las necesidades reales del mercado, que valore las posibilidades de éxito de lo que se pretende ofrecer.
También evitar errores en su constitución, estar asesorado legalmente y ser conscientes de que a través de criterios profesionales de gestión empresarial hay más probabilidades de garantizar la supervivencia.
Y es que con mi experiencia como abogado especialista en mediación concursal, he podido comprobar que los fallos más habituales suelen residir en la ausencia de planificación y control de gestión profesional, no prestar suficiente atención a cuestiones vitales, como son el seguimiento de sus estados contables, la planificación fiscal, la optimización del coste laboral, etc. Tener en cuenta estas cuestiones cobra más importancia si nos detenemos en que la diversificación de riesgos en torno a varias sociedades no suele ser práctica habitual entre quienes deciden crear una empresa, que suelen concentrar todos los riesgos en la misma sociedad, lo que les pone en un grave riesgo de perder lo invertido.
Emprender es un acto de valentía de las personas que deciden arrancar su propia actividad empresarial y, asimismo, de la creación de puestos de trabajo depende, en gran parte, la economía de un país. Por este motivo hay que incentivarles, pero con seriedad y con apoyos duraderos y no puntuales, para garantizar, en la medida de lo posible, que se está apostando por un impulso a la creación de empresas basado en un nuevo modelo de crecimiento económico viable y sobre todo sólido.
Carlos Pavón es socio director de IURE Abogados.