El hombre que entendió a las mujeres
La fábrica de Kérastase para todo el mundo se encuentra en Villalonquéjar (Burgos) Nació por empeño del francés François Dalle, obsesionado con el cuidado del cabello femenino
Medio siglo ha pasado desde que el visionario francés Françoise Dalle, presidente del grupo L’Oréal y el hombre que sucedió a Eugène Schueller, fundador del grupo, creara la marca Kérastase. Durante 27 años, desde 1957, Dalle dirigió la firma francesa con la férrea convicción de que tenía que acabar con rutinas, hasta entonces inamovibles, de la empresa y actuó de idéntica manera en el terreno de la innovación científica.
Con el apoyo de un puñado de científicos, competentes y entregados a su proyecto, dotó al grupo de un equipo de investigación que permitió a la marca desarrollar moléculas exclusivas. Sobre estos pilares nació la que es desde hace años la marca de referencia mundial de lujo para el cabello: Kérastase. “No hay límites a la hora de buscar grandes logros”, afirmaba el empresario. Esta es una historia que nace con dos deseos, el de ser pionera y el de satisfacer las necesidades de cada mujer.
Años de experiencia al servicio de millones de féminas, incorporando productos que han supuesto un antes y un después en el cuidado del cabello. Hoy está presente en 67 países y sigue manteniendo el firme compromiso de sus inicios: conseguir la máxima calidad, empleando tecnología de vanguardia para potenciar la belleza del cabello.
Conviene recordar que en los años sesenta la relación de la mujer con la peluquería se reducía a hacer la permanente y darse color, “y Dalle apostó por algo tan novedoso como el tratamiento capilar profesional en una época en la que la mujer comenzaba a emanciparse”, señala la directora en España de la firma, Ainhoa Aramburu.
Cronología
Años sesenta. En 1964, la actriz Catherine Deneuve está de moda, la minifalda también, y el presidente de L’Oréal, François Dalle, hizo posible que las mujeres comenzaran a presumir de un cabello sano. La revolución estaba en marcha.
Años setenta. La música pop deja paso al rock contestatario; es la época de la crisis del petróleo y de las melenas en los hombres. Kérastase empieza a hacer ver que sus productos son algo más que farmacéuticos. Lanza además una línea para hombre centrada en problemas como la caspa y la pérdida del cabello.
Años ochenta. En Francia nacen las primeras radios, el mundo todavía recela de los países del Este y las mujeres llevan vestidos estructurados y cabellos poderosos con los que intentan transmitir la imagen de triunfo. Es un periodo de diversificación para Kérastase. En 1983 lanza siete baños relevantes: revitalizante, esencial, divalente, antigrasa, anticaspa, biónico y suave.
Años noventa. Una importante crisis económica contrasta con top-models que no se levantan de la cama si no es por una millonada; la firma crea Nutribase en 1991.
2000. Aparece una corriente de espiritualidad y Kérastase implanta los masajes de cuero cabelludo en los salones de belleza.
2010. Agitación en la sociedades; la marca apuesta por el brillo saludable.
En su exhaustiva búsqueda, rompió con el pasado, luchó contra las rutinas y actuó de manera rápida y efectiva hasta lograr el apoyo de científicos altamente cualificados dispuestos a participar en su proyecto. Comenzó en 1964 siendo un servicio de cuidado de belleza, que se ofrecía dentro del salón de belleza, dirigido a todas las mujeres que no sabían qué hacer con su cabello y con su fragilidad. Se crearon fórmulas inteligentes y específicas, centradas en la naturaleza misma del cabello, con soluciones reales para problemas reales.
Desde sus inicios se afianzó como una marca-solución, un nexo de unión entre el receptor del cuidado, el cliente, y el artista que lo administra, esto es, el peluquero. Todo ello apoyado en la lógica negocio-a-negocio-a-cliente, bastante revolucionaria en la época, y que consistía en dar respuesta a los problemas a los que se enfrenta la clienta de un peluquero o estilista.
Tres años más tarde se diseña y lanza la marca Kérastase. Rápidamente incrementó su prestigio y los productos fueron demandados por reconocidos estilistas de todo el mundo. Y así se llega a los años setenta, la época de la modernidad, en la que los hombres se dejan el pelo largo y las mujeres se inspiran en las tendencias creadas por Vidal Sassoon en Inglaterra. Kérastase aprovecha el momento y lanza una línea de productos centrados en problemas específicos: la caspa y la pérdida del cabello.
Más productos
La siguiente década es la de la diversificación. En 1983 lanza siete baños (revitalizante, esencial, divalente, antigrasa, anticaspa, biónico y suave) para dar respuesta a diferentes necesidades. Con Nutritive, la marca reinventa el cuidado para el cabello seco, centrándose, ante todo, en un embellecimiento profundo. Poco después crea la primera gama de protección solar especialmente diseñada para el cabello. La K de Kérastase se convierte en todo un hito.
En la década de los noventa vuelve a reinventarse y ofrece soluciones inmediatas mientras activa la idea del bienestar. Ya no hay solo que cuidarse, sino que hay que sentirse bien. Con este cometido nace Nutribase, lanzada en 1991, la primera fórmula para el cuidado del cuero cabelludo con liposomas, unos vectores lípidos diseñados para liberar principios activos dirigidos al corazón del problema. Más tarde llegará Aqua-Oleum, la primera nanoemulsión en el mercado del cuidado capilar, capaz de nutrir la fibra sin apelmazarla.
En esa permanente búsqueda de la innovación entra en el nuevo siglo y comienza a instaurar una costumbre en los salones de belleza y peluquerías:los masajes de cuero cabelludo basados en técnicas asiáticas que dan nombre a los famosos rituales. Un protocolo de belleza personalizado en tres pasos: bañar, tratar y texturizar mediante métodos diseñados para sublimar el cabello. Olo que es lo mismo, ponerlo al mismo nivel, en cuanto a mimos, que la piel. Un nuevo tipo de relación empieza a establecerse entre las clientas y los peluqueros de París, Londres, Tokio o Nueva York, cuyos consejos comienzan a ser tenidos en cuenta y se convierten en auténticos prescriptores de la marca.
El visionario Dalle puso a trabajar la maquinaria del marketing desde los mismos salones de belleza y permitió que allí mismo se pudieran adquirir los productos que utilizaba el peluquero. Fue una manera de ayudar a comprender la necesidad de cuidar el cabello fuera de la peluquería. Y,a su vez, vender más.
Un producto que se fabrica en Burgos
La fábrica de Kérastase se encuentra en Villalonquéjar (Burgos), donde el grupo L’Oréal envasa todos sus productos profesionales para peluquería: L’Oréal Professionnel, Redken o Matrix. De allí salen los 37 millones de unidades que la firma de lujo de peluquería vende en los 67 países en los que se encuentra presente.
“Es curioso que una marca tan francesa lleve sello español”, resalta la directora de Kérastase, Ainhoa Aramburu, firma que se introdujo en España en 1971, y de la que pronto los peluqueros se hicieron adictos.
De las 27 marcas del grupo que facturan más de 50 millones de euros, la tercera es Kérastase. Y entre las claves del éxito, hoy día, se encuentra la innovación de cinco moléculas patentadas: ceramide, para la reparación del cabello dañado (1991); aminexill, para la caída (1990); intra-cylane, para reforzar sin curvar el cabello (1999),y stémoxydine, para incrementar la densidad capilar (2002).