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En España el 32% de los usuarios ha realizado alguna compra a través de Internet, según Eurostat

Cuatro claves que dan confianza en la compra por Internet

Compras online

Internet ha abierto al mundo todo un sinfín de oportunidades. El comercio ha visto en Internet una vía más para llegar al cliente final, aumentando así las posibilidades del negocio. Es una herramienta que rompe todas las barreras geográficas y permite a todo aquel que cuente con un punto de conexión a Internet, adquirir casi cualquier producto. Tanto es así que el e-commerce está en continuo crecimiento, en España el 32% de los usuarios ha realizado alguna compra a través de Internet, según datos de Eurostat, aunque la perspectiva es la de alcanzar un 50% de personas que compren online en 2015.

Sin embargo, aunque exista esta tendencia de aumento en las compras en red, Internet sigue siendo un medio que genera cierta desconfianza. Por ejemplo, tener que proporcionar datos personales, introducir los números de la tarjeta o no poder ver físicamente aquello que se compra, son algunos de los aspectos que preocupan a los consumidores y por lo tanto son los que provocan el recelo ante la compra online. Según datos arrojados por INTECO y que recoge el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, el 46,8% de los internautas no confían en el ámbito digital.

No obstante, existen 4 puntos en los que apoyarse para superar el temor a ser engañados en la compra a través de Internet. Teniendo en cuenta estas 4 claves, la confianza en la compra será aún mayor, sino total.

  1. Tener exclusivamente una tarjeta para compras online. El principal miedo cuando el consumidor se enfrenta a una compra virtual es que puedan acceder a sus cuentas y robarle su dinero. Esta incertidumbre se elimina utilizando una tarjeta exclusivamente para las compras online, por ejemplo una tarjeta prepago como la Cybertarjeta de “la Caixa”. Esta tarjeta está pensada exclusivamente para compras por internet, no tiene un soporte físico, es gratuita y solamente se podrá gastar el importe que se haya recargado. Otra opción es contar con una tarjeta de crédito que tenga seguros gratuitos antifraude y proteja las compras online como la Visa Barclaycard, con la que además se produce la devolución del 1% de todas las compras.
  2. Que el establecimiento ofrezca garantías. Existen establecimientos físicos que también cuentan con tienda online (lo que disminuye la desconfianza), sin embargo para aquellos negocios que se dediquen únicamente a la venta online lo ideal es comprobar que la tienda online es legítima. Es garantía por ejemplo que exista la posibilidad de devolución del producto, que la barra del navegador en el proceso de compra empiece por HTTPS, o incluso que aparezcan sellos como el de confianza online (aunque éste no es obligatorio), óptima web… Aquellas tiendas que tengan estos sellos significa que habrán superado una serie de pruebas en cuanto a seguridad, calidad y transparencia entre otras, según apunta la Oficina de Seguridad del Internauta.
  3. Que no pidan más datos que los necesarios. En el momento en el que los datos personales que la tienda solicita son más de los que la compra requiere es el momento de desconfiar. Uno de estos datos que pueden pedir y que no es necesario es el número secreto de la tarjeta, por lo que será signo de desconfianza del sitio online de compra.
  4. Que tenga forma de establecer contacto. Otro signo que aporta confianza en un sitio web es que exista forma de ponerse en contacto con la tienda, es decir, que aparezca un teléfono de atención al cliente (nacional en la medida de lo posible), una dirección de correo electrónico o un formulario de contacto. Además existen otros indicadores que generan más confianza en el sitio como por ejemplo poder acceder a su política de privacidad y/o a las condiciones de contratación generales. De este modo sabremos cómo tratan los datos y cómo se gestiona la compra desde el inicio hasta el fin.

La diferencia entre una compra online segura y otra que no lo sea puede llegar a ser muy grande y sobre todo muy perjudicial para el bolsillo del consumidor.

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