Las eléctricas, ante los enigmas del nuevo curso
El curso energético que termina ha estado marcado a fuego por la reforma eléctrica que este mismo mes ha cumplido un año. Superada la incertidumbre de los recortes, las empresas ya tienen una certeza: la de la mutilación de sus ingresos. Con todo, el final de la historia está aún por escribir, sobre todo, el capítulo de las renovables: a corto plazo, habrá que ver si empresas y bancos optan (si es que pueden) por refinanciar la deuda y, a medio y largo plazo, qué fallan los jueces españoles y los árbitros internacionales.
Las empresas de Unesa (a las que parece haber hecho cosquillas la reciente reforma del gas) tienen pendientes, entre otros, el plan de hibernación de los ciclos combinados y las garantías para titulizar el déficit de tarifa de 2013 que financian entre las cinco grandes: Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, EDP y Eon.
Por su parte, los consumidores eléctricos y sus comercializadoras se enfrentan a ciegas a los efectos del nuevo sistema de precios horarios o, mejor dicho, supuestamente horarios. El Gobierno ha conseguido, por el momento, que las subidas de la electricidad (que se producirán con toda seguridad en la última parte del año) ya no sean de su incumbencia y que el pequeño consumidor con precio regulado solo sospeche de su existencia cuando vea su factura.
Al Ministerio de Industria le queda, eso sí, la responsabilidad de revisar en enero los peajes eléctricos (que afectan a la totalidad de los consumidores). Una posible subida que dependerá de la evolución de los costes del sistema, toda una incógnita tras la reforma. Pero si algo resulta seguro en pleno año electoral, es que Hacienda no podrá escurrir el bulto y asumirá los costes de la tarifa que le corresponden (aunque con grandes retrasos en los pagos) para evitar subidas de la luz contrarias a los intereses electoralistas del Partido Popular.
Industria ha logrado que las subidas de la luz (que las habrá seguro este año) ya no sean de su incumbencia
Ya en el ámbito corporativo se avecina un otoño caliente e incierto para algunas empresas, especialmente, para Eon España. La matriz alemana ha sacado a la venta (en su conjunto o por partes) sus filiales en España e Italia, que adquirió en 2008 tras el largo proceso de opas sobre Endesa. Eon, que compró a precios de burbuja la más pequeña de las eléctricas de Unesa, ha acumulado fuertes pérdidas en el sur de Europa y se ha visto obligada a realizar varios saneamientos contables por 3.300 millones.
La eléctrica alemana pujó fuerte por Endesa, pero tuvo que conformarse con una pequeña parte (la antigua filial española de la propia Enel y la filial italiana de Endesa) por la que pagó más de 11.000 millones (hoy valorada muy por debajo). Y lo hizo en el peor momento, en vísperas de la recesión económica.
Numerosas empresas del sector y fondos de inversión han adquirido el cuaderno de venta de Eon España, la mayoría, más por curiosidad que por abrigar la intención de compra. Las eléctricas tradicionales se topan con dos problemas: sus propias dificultades financieras (pese al posible precio de saldo), y a los problemas de competencia.
Salvo las redes de distribución, un negocio regulado que raramente se encuentra en el mercado, o la cartera de clientes de su comercializadora, comprar las instalaciones de renovables de Eon o sus ciclos combinados, no resulta, en general, atractivo. La eléctrica cántabra es la que más clientes ha perdido en su zona de incumbencia, lo que se atribuye a una mala gestión comercial.
Este escenario deja fuera con toda probabilidad a Endesa, Iberdrola y Gas Natural Fenosa (aunque a esta le podría interesar algún activo). La candidata natural a la compra sería EDP, su rival cantábrica. Pero, como aseguró el presidente del grupo portugués, Antonio Mexia, EDP no hará ninguna operación que suponga un aumento de su deuda (17.000 millones de euros). Quizá una respuesta trampa, ya que como el resto, la empresa lusa también se ha hecho con el cuaderno de venta.
El menor tamaño de EDP y otras energéticas de nuevo cuño, y sin redes de distribución, les da una ventaja frente a las posibles trabas de Competencia. Los rumores insisten en señalar a Villar Mir como una segura candidata, pero, como señalan fuentes del sector, a este grupo le gusta compras “de derribo”, a lo que aún no llega Eon. En cuanto a los fondos de inversión, dada la situación de la deuda pública, necesitan activos industriales como los de Eon, para lograr mayores márgenes para sus inversores. Pero para gestionarla, cualquier fondo necesiaría un socio industrial.
Sea como fuere, el primer gran capítulo de la operación se cierra este mes, en que los interesdos presentarán las primeras ofertas.
Otra de las compañías en la encrucijada es Endesa. Esta misma semana está previsto que el nuevo consejero delegado de Enel, Francesco Starace, apruebe un nuevo organigrama para el grupo, si bien, la reestructuración de los negocios quedaría para septiembre.
Lo que sí ha dejado claro Starace, tanto al ministro de Industria, José Manuel Soria, como a la presidenta chilena, Michelle Bachelet es que Enel tiene en su cartera de proyectos la intención de controlar directamente Enersis, el holding que aglutina a todas las sociedades latinoamericanas del grupo, hasta ahora dependientes de su original propietaria, Endesa.
Respecto a Gas Natural, esta compañía parece tener entretenida a su accionista de referencia Repsol, que ha salido al mercado para comprar activos de exploración y producción que le permitan compensar las reservas perdidas por YPF. Mientras anda en ello, la petrolera parece haber abandonado, al menos por el momento, su intención de vender el 30% del capital de la gasística. Repsol se enfrenta también a un otoño caliente con el inicio de las polémicas prospecciones petrolíferas en aguas de Canarias.