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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los estrenos vuelven al parqué bursátil

La larga sequía de operaciones bursátiles que España ha vivido en los últimos años llega a su fin. Desde principios de este año, tres empresas –eDreams, Applus+ y Logista– y cinco Socimi (sociedades de inversión inmobiliaria con una fiscalidad ventajosa) han movilizado más de 4.000 millones de euros. Es solo el aperitivo de la cadena de salidas a Bolsa que previsiblemente animará el mercado español a partir del otoño. La lista de próximos debuts incluye compañías que en su momento frustraron sus planes de salidas por los avatares de la crisis –es el caso de Talgo y Loterías–, entidades que son fruto del proceso de reordenación del sector financiero –Unicaja y BMN–, así como el estreno de la que se convertirá en la mayor OPV española desde la de Iberdrola Renovables en 2007 y la mayor privatización desde la protagonizada por Argentaria en 1998: Aena. A este suculento menú hay que unir otras oportunidades interesantes, como la de la inmobiliaria Testa –que no es propiamente una salida a Bolsa porque ya cotiza–, la de la concesionaria Isolux y las de Mecalux y Paradores, esta última con un horizonte que podría oscilar entre uno y dos años.

 Los planes de salida de Talgo y Loterías ejemplifican en sí mismos el drástico cambio de condiciones que han posibilitado esta ola de futuras operaciones. En 2011, cuando una y otra preparaban su estreno, España se hallaba inmersa en una tormenta económica cuyo final no era fácil de predecir y que frustró los estrenos de ambas. Con una prima de riesgo que llegó a superar los 600 puntos básicos, una economía en caída libre, un sector financiero en pleno proceso de saneamiento y reestructuración y rumores constantes de rescate, la perspectiva de salir a Bolsa constituía entonces un reto casi equivalente a atreverse a cruzar un campo de minas.

Tres años después, el panorama ha cambiado de modo radical. El regreso de la estabilidad financiera ha devuelto la confianza a los operadores económicos y ha atraído un flujo importante de inversores extranjeros en busca de oportunidades. La reactivación de los activos en los mercados se ha convertido en un potente gancho para volver los ojos a la renta variable española y la persistente escasez crediticia ha convertido los parqués en un esperanzador canal de financiación para las empresas. En cualquier caso, el regreso de la alegría a los mercados no solo es una buena noticia para compañías e inversores, sino también para el conjunto de la economía española. No en vano, las operaciones corporativas y la reactivación de los valores en los parqués bursátiles constituyen en sí mismos factores de dinamización de la actividad económica. Un motor cuya recuperación está cifrada en un 1,7% del PIB este año y en un 2,6% el siguiente, pero que a la vista de la buena evolución de indicadores como el del empleo podría requerir una corrección al alza.

La efervescencia de operaciones de debut bursátil no es un fenómeno privativo de España. La mejora de las economías tras el largo invierno de la crisis se ha traducido en una explosión de casi un centenar de OPV en los parqués europeos en lo que va de año –por importe de unos 40.000 millones de euros–, algo que no se veía desde 2007. A ello hay que sumar otros 162 estrenos registrados en la Bolsa de Estados Unidos durante el primer semestre y unas previsiones para el segundo que incluyen lo que podría ser la mayor OPV de la historia, la de la compañía china Alibaba.

Todo ello conforma un horizonte muy rico en oportunidades de inversión para todos los perfiles, incluidos los pequeños accionistas, que están especialmente llamados a estudiar, analizar y calibrar con tranquilidad y la mayor racionalidad e información posibles sus decisiones de inversión. La sostenibilidad de esta reactivación de los mercados dependerá también de que la recuperación económica siga su curso y no se tope con obstáculos que ralenticen su evolución. Para contribuir a ese objetivo es fundamental que España mantenga el pulso de su política económica y facilite la actividad empresarial en un entorno que resulte cada vez más flexible, seguro y atractivo para las decisiones de inversión.

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