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Columna
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La lección de Unilever

Unilever está dando una valiosa lección sobre la gula –y la inversión–. El gigante de consumo anglo-holandés se cubrió las espaldas cuando, en el mismo día del año 2000, se hizo con Slim-Fast y Ben & Jerry Homemade en operaciones separadas. Unilever pagó 2.300 millones de dólares por la marca de pérdida de peso, que ahora ha vendido como una baratija. La firma de helados, por su parte, ha ayudado a mantener a la compañía de 130.000 millones de dólares voluminosa y feliz.

Los polvos y barras de Slim-Fast estuvieron de moda en Estados Unidos en el cambio de siglo, pero pronto dieron paso a las dietas Atkins, Mediterránea y Paleo. Mantenerse al día con la moda de la pérdida de peso fue demasiado difícil. Y aunque Unilever no reveló el precio de venta, un analista europeo conocedor de la situación lo cifró en alrededor de 200 millones de dólares.

Los indulgentes postres congelados no han pasado de moda, aunque han quedado en evidencia por lo mucho que han aumentado las cinturas y los diagnósticos de diabetes entre la población. En el último año antes de que fuera adquirida, Ben & Jerry informó de unas ventas por valor de 240 millones de dólares. Esa cifra ha aumentado a 560 millones de dólares, según estima la empresa de investigación IRI. Unilever pagó 326 millones de dólares por el fabricante de Cherry García. Al mismo múltiplo de ingresos de 1,4 veces, el negocio tendría ahora un valor de casi 800 millones de dólares.

A medida que la actividad en el ámbito de las fusiones y adquisiciones aumenta, vale la pena hacer un esfuerzo por digerir el mensaje de empacho de Unilever hace 14 años. Las modas, tanto en el mundo de las dietas como en el de la inversión, son peligrosas.

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