Retos y curiosidades para afrontar una obra faraónica
Afrontar una obra del calado del Canal de Panamá debe tener en cuenta múltiples factores, desde los referidos a la plantilla a los puramente técnicos.
Alta rotación. La legislación panameña obliga a que el 90% de los trabajadores en la obra sean locales. Desde Sacyr calculan que por el Canal han pasado ya unos 30.000 empleados, con un pico de 10.000 empleos directos. En el país ha crecido exponencialmente la oferta de empleo en la construcción, lo que incentiva la rotación de la plantilla. De hecho, el consorcio de constructoras se ha visto obligado a buscar personal en zonas del interior. Así, en instalaciones anejas a la obra duermen un millar de empleados, otros muchos vuelven a casa diariamente en las más de 60 líneas de autobús gratuito que ha implantado GUPC.
Instalaciones millonarias. El proyecto ha requerido una inversión en maquinaria cercana a los 400 millones de dólares. A día de hoy funcionan, por ejemplo, unas 100 grúas. Pero además se ha realizado una fuerte inversión en plantas: dos de hormigón; dos machacadoras de piedra con un coste de 180 millones de dólares cada una y que tuvieron que ser replanteadas, con 40 millones extra ante los problemas con el basalto; dos centrales eléctricas por un total de 24 megavatios (MW), y una planta para tratar el acero.
Requisitos antisísmicos. La ACP quiere un pasillo interoceánico capaz de resistir movimientos sísmicos como el que asoló el área de Fukushima en 2011. El hormigón debe ir fuertemente armado, pero la presencia del acero abre la puerta a la corrosión por la presencia de aguas salinas. Para plantar cara al cloruro sódico se buscó un hormigón casi impermeable que garantiza una durabilidad mínima al tercer juego de esclusas de 100 años. Además, ante la notable carga de hormigón es necesario rebajar la temperatura que alcanza este material al fraguar. Para ello se aplica un tratamiento de frío al basalto en el que se incluye hielo para impedir fisuras.
Proveedores españoles. Los grandes suministradores de la que es considerada la obra más importante del mundo, por su impacto en el comercio, son la italiana Cimolai con las compuertas; ArcelorMittal con el acero, o la cementera Cemex. GUPC también trata con empresas españolas como Indra, que prepara comunicaciones y sistemas de seguridad por 50 millones de dólares; Boluda, que presta las embarcaciones para remolcar las barcazas con materias primas; Gicalla ofrece camiones españoles para el transporte de hormigón; Ferroatlántica ha colocado el humo de sílice, etcétera. El plantel de subcontratas españolas se lleva unos 250 millones de dólares de la obra estrella panameña.
Más capacidad, menor consumo. El 50% del mantenimiento del actual juego de esclusas del Canal se debe a las máquinas de arrastre de los buques. Una circunstancia que desaparece en el tercer paso que está abriendo Sacyr. Los buques pasarán con mayor holgura impulsados por sus motores. Además, se reutiliza el 60% del agua dulce del lago Gatún que llena las esclusas. En conjunto este pasillo gasta un 7% menos de agua que el original pese a que por él atravesarán América barcos que triplican la carga de los clientes actuales del Canal, hasta los 12.500 contenedores. Esto se debe a que el agua se reutiliza, mientras en los dos pasos ya centenarios el agua dulce del lago que alimenta las esclusas se tira al mar.