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Columna
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El vuelo sin rumbo de Lufthansa

La carrera de Lufthansa por los vuelos de bajo coste en las rutas de largo recorrido está destinada a ser un error costoso. Se basa en un modelo de negocio aún sin probar y adolece de incoherencias estratégicas. Cuatro semanas después de abandonar sus antiguos y ambiciosos objetivos de beneficios, el nuevo consejero delegado Carsten Spohr da otro paso en falso.

Por ahora, la mayor aerolínea de Europa apenas es capaz de competir con los rivales de bajo coste de corto recorrido. Ofrececer una experiencia de bajo coste en las rutas intercontinentales significa entrar en aguas desconocidas. Un factor clave para el éxito de las aerolíneas baratas es que son capaces de limitar a unos 30 minutos el tiempo entre la toma de contacto y el despegue. Ello maximiza el número de vuelos de entre una y dos horas que un solo avión puede hacer en un día. El aparato vuelve a la base por la tarde, por lo que pilotos y personal de cabina no tienen que quedarse en hoteles. Los beneficios de los tiempos ultra cortos se desvanecen cuando el vuelo dura ocho horas.

Con los obstáculos estructurales vienen las inconsistencias en la estrategia de Lufthansa. La aerolínea quiere usar algunos anticuados Boeing 767 y Airbus A330 que ya posee. Si bien esto limita los gastos de capital, los costes de consumo de combustible y mantenimiento también serán mayores.

El negocio de largo recorrido del grupo se encuentra bajo la presión de las compañías del Golfo como Emirates y Etihad, que ofrecen productos de alta calidad a precios competitivos. Luchar con precios bajos –lo que también significa una menor calidad– difícilmente atraerá a muchos pasajeros.

Por otra parte, Lufthansa se arriesga a crear un revoltijo entre sus propias marcas de bajo coste. Ya cuenta con Germanwings y Eurowings y está considerando la puesta en marcha de otra marca para la nueva aerolínea de bajo coste. Muchos esperan que Lufthansa cancele ese nuevo vuelo antes de que sea demasiado tarde.

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