El sector privado tiene la llave
Cinco años después de la Gran Recesión estadounidense, la recuperación comienza a abrirse camino. La economía alemana está mejorando y es probable que crezca por encima de la media, mientras que los atribulados países de la llamada periferia europea ya son capaces de captar fondos de nuevo. De hecho, la rentabilidad de los bonos a cinco años de España e Italia ha descendido a niveles similares a los de EE UU.
Entre tanto, la actividad en Reino Unido se ha recobrado con vigor y el paro ha caído. El giro en el mercado residencial británico ha sido rápido. Las operaciones han crecido un 30%, pese a que la frecuencia de las transacciones continúa por debajo de la media a largo plazo. El catalizador más importante de este comportamiento ha sido el estímulo del crédito hipotecario desde principios de 2013, seguido del programa FLS (Funding for Lending Scheme) cuyo objetivo es rebajar los costes de financiación de los bancos y animarles a prestar dinero. También contribuyó al cambio de tendencia el compromiso de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, de “hacer lo que sea necesario” para salvar al euro en la segunda mitad del 2012. El impacto de todos estos elementos se puede ver ahora en la confianza del sector privado.
Debido a la crisis, las empresas de toda Europa tienen balances muy saneados
La mejora del escenario parece que continuará en EE UU, Reino Unido y la eurozona gracias a una política monetaria flexible y a los bajos tipos de interés. En EE UU, “las condiciones financieras” (una forma de tomar el pulso a la política monetaria) han regresado a la situación más relajada desde principios de 2008. Mientras, el diferencial crediticio en EE UU (el coste de financiar a las empresas) ha caído a niveles de 2006, anteriores a la crisis financiera. La combinación de bajos impagos en el sector privado, la mejora del crecimiento y el apoyo de las medidas políticas debería llevar a diferenciales cada vez más estrechos en los créditos, lo que facilitaría a las compañías pedir préstamos e invertir en su crecimiento. La historia empieza a encontrar reflejo también al otro lado del Atlántico.
En este punto, es el sector privado el que tiene la llave para una recuperación mayor del mercado financiero y la economía. A pesar de la crisis –o quizá debido a ella–, las empresas de EE UU, Reino Unido y por toda Europa tienen balances muy saneados. Enfrentadas a grandes incertidumbres durante este periodo, las compañías han reducido su deuda y, como sucedió con los inversores, se apresuraron a pertrecharse de liquidez a pesar de que los retornos de esta liquidez marcaban mínimos históricos. Durante la mayor parte de las últimas tres décadas –en torno a un 75% de este periodo, según nuestros estudios–, el apalancamiento de las empresas estadounidenses estuvo por encima del nivel actual. Reino Unido registra un comportamiento parecido. Las perspectivas de las empresas están mejorando, así como la economía. Los expertos de Goldman Sachs esperan que hacia finales de 2017 las empresas que siguen en Europa habrán generado dos billones de euros de cash flow libre, un 50% más en el periodo 2013-2017 que el registrado en 2003-2007.
La movilización de la liquidez de las empresas será un catalizador de retornos para los accionistas
A medida que la recuperación toma cuerpo, las empresas de todo el mundo deberían armarse de audacia para hacer mejor uso de su liquidez. Pero, ¿qué hacer con ese dinero? Las compañías pueden elegir entre devolver parte a sus accionistas (programas de recompra o dividendos mayores) o invertirlo en crecimiento (inversiones o adquisiciones). Esperamos una combinación de estas dos opciones. En general, la inversión (capex, M&A e I+D) representa la mayor parte del uso del capital de las empresas. Este año estimamos que las firmas del Stoxx 600 gastarán 865.000 millones de euros en inversiones de crecimiento, cerca del 75% del total de la liquidez. El gasto agregado puede crecer a un ritmo menor que en periodos anteriores de recuperación debido a que las empresas de commodities probablemente reducirán sus inversiones tras años de boom del capex, impulsado por los altos precios de estas commodities. Aparejado a este fenómeno, se da una tendencia creciente de las empresas a dedicar una parte cada vez mayor de sus inversiones a tecnologías que impulsan la productividad, en perjuicio de la parte dedicada a maquinaria e instalaciones tradicionales. Además, dado que el precio de muchos activos continúa bastante bajo, sobre todo en Europa, muchas empresas tratarán de adquirir competidores o realizar operaciones complementarias (M&A). Esperamos que las fusiones o adquisiciones crezcan un 28% en 2014 respecto a un nivel bajo, y un 21% en 2015.
Casi una cuarta parte de la liquidez revertirá probablemente en los accionistas en forma de dividendos y recompras. El crecimiento del dividendo continúa en niveles bajos tras la crisis y la recesión de la eurozona, pero esperamos que repunte en los próximos años. El incremento estimado de los dividendos en torno al 10% para este año y su nivel medio de rentabilidad (3,2%) son atractivos importantes, en un entorno de bajos tipos de interés y otras fuentes de ingresos. En el caso de las recompras, para muchas empresas el coste de capital propio (dividendo más crecimiento) es superior al coste de la deuda (rendimiento de los bonos). Prevemos que en 2014 las empresas del Stoxx 600 incrementarán cerca de un 50% sus recompras, mientras que en 2015 subirán un 32%. Gran parte del dinero volverá a invertirse en otras compañías. En definitiva, la movilización de la liquidez de las empresas será probablemente un importante catalizador de retornos para los accionistas y para la consolidación de la recuperación económica durante los próximos dos años.
Peter Oppenheimer es chief global equity strategist at Goldman Sachs y asesor internacional de empresas.