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Patinazo de Merkel y Cameron

Angela Merkel y David Cameron han vuelto a dar otra lección de "habilidad" política al llevar en volandas hasta la presidencia de la Comisión Europea a un candidato al que ambos intentaban cerrar el camino. La paradoja sería hasta divertida si no fuera porque han colocado al veteranísimo ex primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, al frente de la institución más poderosa de Bruselas en un momento que parece pedir a voz en grito una renovación.

El fracaso de Merkel y Cameron tiene un lado positivo, que es la consagración de un nuevo modelo para elegir al presidente de la Comisión, que a partir de ahora no podrá ignorar el resultado de las elecciones europeas. Pero la resistencia de Merkel contra ese nuevo proceso llevó al Partido Popular Europeo a aceptar un candidato que no suscitaba el entusiasmo de muchas delegaciones. Y el empecinamiento de Cameron en abortar su candidatura, sirvió para reforzarla y despejarle a Juncker el camino hacia el Berlaymont, sede de la Comisión Europea.

No es la primera vez que la canciller alemana y el primer ministro británico hacen gala de su desconocimiento sobre los entresijos de Bruselas y de las dinámicas políticas que se generan en la capital de la UE. Merkel y Cameron siguen convencidos de que la UE es una estructura internacional como cualquier otra, donde solo impera la lógica de los Estados y que se puede controlar con unas cuantas llamadas de teléfono desde Londres o Berlín.

Lo más peligroso de todo es que tras el fiasco de la semana pasada, ambos líderes se han comprometido a hacer todo lo que sea necesario para que el Reino Unido continúe en la UE. Visto su historial, esa conjura aumenta las posibilidades de que Gran Bretaña tenga que marcharse del club en 2017 tras el referéndum prometido por Cameron en otro de sus órdagos temerarios.

"Merkel se ha dejado asesorar por los diplomáticos que la rodean y se nota", señalan fuentes de su propia formación, el Partido Popular Europeo. "Esos diplomáticos no querían que hubiera un candidato [a presidir la Comisión], después no querían que fuera Juncker y, por último, confiaban en sacarse un aspirante sorpresa después de las elecciones [del 25 de mayo]".

Las mismas fuentes resaltan que "los diplomáticos, y no solo los alemanes, han perdido una batalla tras otra frente al Parlamento Europeo que, desde el principio, apostó por vincular el nombramiento del presidente de la Comisión con el resultado de las elecciones europeas".

El presidente de la Comisión saliente, José Manuel Barroso, también se sumó a esa línea, con una Recomendación para que todos los partidos designasen un candidato. En cambio, Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, se plegó una vez más a los deseos de Berlín y maniobró para evitar que la candidatura de Juncker saliera adelante, aunque al final, como Merkel, tuvo que rendirse ante la evidencia.

Cameron confiaba en que Merkel y su ariete Van Rompuy le libraran de Juncker y del Parlamento Europeo. Pero calculó mal y, según fuentes parlamentarias, "se pasó de frenada".

"Cameron no tiene amigos en Europa. No tiene a quien llamar para que le den detalles de la posición de cada país y qué factores locales influyen la evolución de sus posturas", diagnostica un alto cargo europeo.

El aislamiento del primer ministro británico comenzó con su salida del PPE, el grupo político al que pertenecen muchos de los líderes europeos (Merkel, Rajoy, Barroso, Van Rompuy, Juncker...). Cameron creó su propio grupo (ECR) con fuerzas euroescépticas residuales de Europa del Este, con aliados tan "influyentes" en Bruselas como el polaco Jaroslaw Kaczyski o el checo Vaclav Klaus.

Incluso en esos países, los grandes partidos conservadores le han dado la espalda. "Por favor, no esperen nuestra ayuda si quieren destrozar o paralizar la UE", le advirtió ya en 2012 el ministro de Exteriores polaco, Radoslav Sikorski, en una tribuna en The Times.

Tras haber perdido el apoyo de los aliados tradicionales de Europa del Este, el primer ministro británico depende casi en exclusiva de Merkel. Una aliada muy poderosa pero cuyo apoyo no basta para marcar la agenda europea.

El resultado de tan fastuosa alianza ha sido que Jean-Claude Juncker presidirá la Comisión hasta finales de esta década, tras más de 30 años involucrado en la actividad europea como ministro y primer ministro de su país y como presidente del Eurogrupo. Merkel lanzó con

Nadie cuestiona la experiencia política de Juncker ni su capacidad de supervivencia, demostrada con creces en la reciente batalla contra Cameron. Pero el PPE tenía en cartera otros posibles candidatos, pertenecientes a una nueva generación de líderes europeos, que tal vez hubieran conectado mejor con una Comisión que tiene poco que ver con la de los años 80 y 90. Si Merkel hubiera respaldado el proceso democrático de elección desde el principio, en el congreso de Dublín el PPE podría haber elegido a un candidato por acción y no por omisión, como fue el caso.

Los partidarios de Juncker mantienen la interpretación contraria. Consideran que su bagaje y su habilidad para tejer compromisos llegan en el momento adecuado, porque Bruselas va a dar un salto muy delicado hacia una Europa de dos velocidades. La zona euro parece decidida a avanzar hacia la integración federal, con un segundo anillo de país en la periferia. Y ese salto, defienden quienes consideran positivo del nombramiento de Juncker, será más fácil con un presidente que, por primera vez en la historia, no debe su cargo solo a los presidentes de Gobierno sino también a un Parlamento Europeo (que votará su investidura el próximo 16 de julio) y, sobre todo, a los casi 45 millones de personas (según datos recogidos por el profesor Simon Hix, @simonjhix) que votaron a favor de los partidos que apoyaban la candidatura de Juncker.

Pero si hubiera que buscar un denominador común en todas las fuentes y análisis sobre la victoria de Juncker y del Parlamento Europeo contra Merkel y Cameron quizá sea el siguiente. "No hay que preocuparse demasiado por lo ocurrido. El listón de la presidencia de la CE está tan bajo que Juncker no puede hacerlo mal". No es demasiado optimista, pero es lo que hay.

Imagen: David Cameron y Angela Merkel, con sus asesores diplomáticos, durante la cumbre del 27 de junio que desígnó a Juncker como candidato a presidir la CE. (tomada del TL del portavoz de Merkel, Steffen Seibert (@RegSprecher)

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