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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Gobierno cambia de partitura fiscal

Si es que todo se resume en esto:tenemos que crear empleo”. De esta manera explica el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, el objetivo final de la esperada, ansiada y anhelada reforma fiscal a la que el viernes dio el pistoletazo de salida el Consejo de Ministros. La reforma Montoro consiste en una fuerte rebaja generalizada del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), una reducción del impuesto sobre sociedades y un descenso de la fiscalidad del ahorro. Y todo ello, en dos fases: una el año próximo y la segunda, en el siguiente. Dentro del resto de las figuras impositivas, pocas novedades, al menos de momento. El IVA no subirá, excepto en algunos productos sanitarios, debido a la adaptación a la legalidad comunitaria. En el caso de los impuestos especiales y medioambientales, su evolución dependerá de la fórmula que se determine para fijar la financiación de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos.

No cabe la menor duda de que la medida estrella de la reforma es el descenso del IRPF. Montoro explicó que el nuevo impuesto tendrá cinco tramos, frente a los siete actuales. El primero –que va hasta 12.450 euros– tendrá un tipo del 20% en 2015 y del 19% en 2016. El siguiente –hasta 20.200 euros– soportará un gravamen del 25% en 2015 y de un punto menos en 2016. En el tercer tramo –hasta 35.200 euros–, se pagará el 31% en 2015 y el 30% en 2016. Los que ganen hasta 60.000 euros pagarán un 39% en 2015 y dos puntos menos en 2016. Y de 60.000 euros en adelante, los tipos serán del 47% en 2015 y de dos puntos menos un año después. Además, el ministro anunció un aumento de los mínimos familiares, que puede llegar al 32% según el número de descendientes, su edad, los ascendientes a cargo y la existencia de personas con discapacidad. Y también detalló nuevas ayudas a las familias, que varían en función del número de hijos y personas dependientes. En definitiva, el Gobierno calcula que con estos cambios en el IRPF un total de 20 millones de contribuyentes contarán cada mes con más renta disponible a partir de enero de 2015 y que la reducción fiscal en su conjunto dará lugar a un alza del PIB del 0,55% entre el año próximo y el siguiente.

El segundo gran eje central de la reforma radica en la consideración fiscal del ahorro. ElGobierno ha decidido reducir los actuales gravámenes sobre sus rendimientos. En concreto, en 2015 bajará el tipo al 20% hasta 6.000 euros (y al 19% en 2016). Para rendimientos entre 6.000 y 24.000 euros, caerá al 22% y luego al 21%. Y el tipo máximo para rentas del capital descenderá al 24% el año próximo y al 23% en 2016. Al margen de ello, dejará exento de tributación a los instrumentos financieros que duren cinco o más años, con el objetivo de reforzar el atractivo del ahorro a largo plazo.

La rebaja fiscal generalizada también afecta al impuesto de sociedades. El equipo de Montoro ha decidido que todas las empresas –grandes y pymes– tengan un tipo único del 25%. No obstante, ha tocado también las deducciones y favorecido la implementación de un par de instrumentos –la reserva de nivelación y la reserva de capitalización– exclusivos para las pymes que les permitirá llevar el gravamen hasta el 20%. La inversión en I+D+i también tiene su guiño fiscal.

En suma, el Ejecutivo que preside Mariano Rajoy ha creído llegado el momento de cambiar de partitura. Defiende que los ajustes han surtido los efectos deseados y ha decidido devolver algo de alegría a los bolsillos de los contribuyentes, con el fin de animar el consumo e impulsar la actividad. El momento económico parece oportuno. Y el político, también, después de los malos resultados cosechados por el PP en las elecciones europeas y con nuevos comicios –municipales, autonómicos y generales– en el horizonte. A falta de conocer la vasta letra pequeña de la amplia y ambiciosa reforma que Hacienda ha puesto sobre la mesa, la música suena bien. Aunque queden algunas incógnitas por despejar, como el impacto en el déficit o cómo afectará a algunas figuras fiscales la financiación de autonomías y municipios.

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