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Tribuna
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Nuestro mejor embajador en el mundo

Es un hecho histórico, sin duda. La decisión de S. M. el Rey don Juan Carlos cierra una etapa de España, con un balance muy positivo, y abre otra con muchos motivos para la ilusión y para la esperanza.

Estoy convencido de que la primera sensación de los empresarios, como la de la mayoría de los españoles, ha sido de profundo respeto a su decisión de renunciar al Trono de España y de una enorme gratitud por la obra realizada en los casi 39 años que dejamos atrás. Y ello, además, en la seguridad de que su renuncia se produce por y para el interés general de España, como afirmó en el mensaje que nos dirigió ayer a todos los españoles.

Efectivamente, lo primero que se desprende en un rápido repaso a su biografía es su desvelo por España y su compromiso con los grandes objetivos que defendió como Príncipe y que asumió como Jefe del Estado en 1975: impulsar una régimen de libertades, en un marco democrático estable, que permitiera modernizar España, con el fin de situarla al lado de los países democráticos más desarrollados.

En esta andadura, desde el punto de vista de los empresarios, creo que es importante subrayar el trascendente papel que se impuso don Juan Carlos, que le valió el cariñoso título de “piloto de la Transición”, con el fin de conducir a España hacia una monarquía parlamentaria, cuya Constitución ha garantizado a todos los españoles principios tan importantes como el de la propiedad privada, la igualdad de derechos, la libertad individual y la libre iniciativa de las personas, en el que se fundamenta la actividad empresarial de los ciudadanos. Valores, en fin, que son básicos y que, quizá por ello mismo, requieren el esfuerzo de todos para ser conquistados; o expresado de otra manera, que demandan un esfuerzo personal y colectivo para conservarlos íntegramente.

Junto a su esposa, la Reina doña Sofía, la figura de don Juan Carlos –siempre espontáneo y próximo a los españoles– ha sido clave en estos casi 39 años de estabilidad. Y ha sido determinante para preservar el funcionamiento de las instituciones y garantizar la paz, la libertad, el consenso y el bienestar social en el periodo de mayor crecimiento económico y con más cohesión social que ha tenido España en la historia moderna.

La función moderadora de la Corona, que con tanta eficacia ha ejercido don Juan Carlos, y el esfuerzo de una sociedad ilusionada y consciente de que vivía y protagonizaba una etapa histórica excepcional, han sido los principales motores de este éxito. Al que hemos contribuido también las pequeñas, medianas y grandes empresas con nuestra actividad, desde el compromiso y la responsabilidad con el desarrollo económico y social de España.

Los empresarios siempre hemos subrayado el valiosísimo papel que ha desempeñado y desempeña actualmente el Rey en las relaciones internacionales. Y en concreto, en el apoyo a las empresas españolas en el exterior.

La talla personal y política de don Juan Carlos ha sido decisiva para la expansión internacional de las empresas españolas, a las que ha abierto canales de comunicación eficacísimos durante los numerosos viajes que ha realizado como Jefe del Estado y cabeza de la delegación empresarial española que le ha acompañado en cada uno de ellos. Personalmente, he tenido la oportunidad de viajar en algunas de esas misiones comerciales durante los últimos años, por lo que he sido testigo y doy fe de esta gran virtud de nuestro Rey.

Su labor, como ha comentado en más de una ocasión, ha sido la de abrir mercados nuevos o allanar dificultades, muchas veces aparentemente insalvables. Luego, suele añadir con humor, somos los empresarios los que tenemos que volver “para rematar”. Una tarea, insisto, que don Juan Carlos ha desempeñado con mucha dedicación y una gran eficacia. No en vano es considerado por todos como el mejor embajador de España en el mundo.

No me cabe duda de que nuestro Rey seguirá sirviendo a España en esta nueva etapa que ha decidido abrir. Y muy probablemente volverá a prestar nuevas ayudas a las empresas españolas en el futuro. No como Rey, lógicamente; pero sí como el más estrecho colaborador de don Felipe, su sucesor, a quien CEPYME y CEOE ofrecemos nuestra lealtad, nuestra confianza y nuestra colaboración.

El príncipe don Felipe, que ya ha demostrado su excelente preparación para asumir la jefatura del Estado, ha ejercicio hasta ahora sus responsabilidades con una discreta eficacia. Conoce bien las inquietudes de las empresas y de las organizaciones empresariales, a las que siempre ha prestado su apoyo. Como lo hará en el futuro.

Jesús María Terciado Valls es presidente de Cepyme.

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