Juego limpio en los pagos
Uno de los grandes vicios practicados por algunas empresas y la inmensa mayoría de las instituciones en la etapa de bonanza económica e intensificado en la crisis financiera con devastadores resultados, era el retraso en los pagos de sus obligaciones comerciales. Ante el cierre de los flujos de liquidez bancaria y la paralización de la actividad por la acumulación de facturas sin respuesta, el Gobierno puso en marcha, con ayuda de la banca, un mecanismo de actualización de los pagos que corrían por cuenta de comunidades autónomas y ayuntamientos; el efecto fue el afloramiento de una inmensa masa de deuda píublica, pero también el desatasco de los flujos de pagos entre empresas y entre estas y las instituciones. El círculo no está plenamente cerrado, pero solo falta un mecanismo permanente que honre los compromisos de las administraciones, y algo parecido, con plazos cerrados y tabla de sanciones, para las empresas.
Los responsables de la gestión de las compañías y las instituciones tienen que entender que sus proveedores y clientes no son bancos, y no pueden ser utilizados como mecanismos de financiación. Son empresas que construyen su cuenta de resultados con el flujo normal de ingresos y pagos que genera su negocio, y que si es alterado, lo es su ciclo vital con riesgo de desaparición.