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Todos ante el espejo.

“Si se pusiera al ser humano ante un espejo y observara cómo vive se suicidaría o se moriría de risa”

(Pirandello)

Pirandello, en su obra “Así es, si así os parece” pone en crisis el concepto de realidad, subiendo a escena a personas que no quieren saber la verdad, sino construir su farsa. Plasmó magistralmente el contraste entre la realidad y la apariencia, entre lo verdadero y lo falso.

A medio camino entre lo coloquial, lo filosófico y lo grotesco, la obra también nos habla sobre la necesidad de tener una mirada respetuosa sobre la vida de los demás, poniendo en evidencia a una sociedad donde la apariencia constituye un valor en sí y se regodea morbosamente en la vida ajena.

La obra me recuerda a un tema de máxima actualidad: el riesgo deflación en la Eurozona.

Parece evidente que es real y ello hará más difícil pagar las deudas. Pero también es verdad, que la misma es resultado de los procesos de saneamiento de la Eurozona que el propio BCE puso en marcha. ¿No era conveniente ello?

Dada la imposibilidad de devaluar, los necesarios ajustes en los países del sur se han hecho a través de una reducción de los salarios, congelación de pensiones, reestructuración del gasto público y desmantelamiento de las burbujas inmobiliarias que en la práctica han tenido los mismos efectos que la primera.

Si los salarios disminuyen, los precios de la vivienda se reducen y se sanean los presupuestos públicos, la producción en general se vuelve más barata lo que conduce a precios más bajos y por tanto a deflación. Castigar ahora a estas poblaciones con inflación parece, cuanto menos, absurdo.

Que aumente el poder adquisitivo de una población castigada por los ajuste. ¿Es realmente negativo para ella?

¿Por qué es deseable que una persona con un salario/pensión más baja tenga que pagar más por su vivienda/alquiler, por sus alimentos/servicios y que, además, sus escasos ahorros valgan menos?

¿Para salvar al endeudado inconsciente/ acreedor irresponsable? ¿No habría otros métodos más justos y deseables, que el de nuevamente repartir las pérdidas? ¿No sería este otro “bailout”, especialmente sutil, de los que pidieron prestado más de lo que podían devolver o concedieron préstamos sin analizar correctamente la capacidad de pago del deudor?

Hace poco la desindexación de las pensiones, no solo lograba empezar a poner coto al gasto público sino algo más importante: sumar un nuevo colectivo de presión (especialmente poderoso) sobre el gobierno para que controle la inflación. Al cabo de unos meses, se le quiere vender que ahora es buena la inflación.

“Le subimos la pensión un 0,25% pero tenemos como objetivo que los precios de los alimentos/servicios que usted necesita para vivir suban un 2% cada año”. Le llamamos al asunto deflación, lo calificamos de problema y, de paso, logramos que le parezca negativo para sus intereses.

Lo más curiosos es que es ahora el BCE, inspirador de todas esta medidas de ajuste, se asuste de sus propios resultados. Un QE de un billón de euros suena a lo que es: una monstruosidad. Fomenta en la sociedad una vuelta al territorio del absurdo: más deuda para reducir la deuda.

Para que todo ello cuadre, no hace falta más que unas buenas estadísticas, que muestre la realidad que nos conviene. Deberemos más, pero si el montante que esta lo dividimos por la producción láctea (en aquellos países ganaderos), por los kilómetros de costa (pobre Suiza) o por el número de calvos (elija usted el país) la deuda ¡no es tan alta!.

Tendremos nuestra farsa, pero habremos perdido el contacto con la realidad.

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