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El Foco
Tribuna
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‘Punkrockers’ y los nuevos financieros sin corbata

Ya llovió desde aquel atardecer en Londres. Eran los tiempos de la New Wave y yo recorría el centro de la capital británica buscando tiendas de música para comprar esos discos que no llegaban a España. Londres era la capital de la modernidad, sorpresiva y estimulante. Nunca defraudaba.

Al pasar por Picadilly, en una estrecha parada de autobús, un hierático gentleman, ataviado con solemne traje oscuro, camisa blanca, discreta corbata, bastón y bombín, compartía el escaso espacio con una pareja de novios. Ella lucía una minifalda escocesa, medias de rejilla cuajadas de desgarros, botas Dr. Martens y cazadora de cuero plagada de chapas. Del rostro maquillado con una capa blanquecina sobresalían sus encrespados cabellos de color verde. Me pareció fascinante, atractiva y singular. Su novio –también un auténtico punky– la sujetaba férreamente con una cadena enganchada a un collar de perro que aquella musa de la modernidad llevaba al cuello. El digno gentleman y la pareja de punks estaban codo con codo, impertérritos, ignorándose, pero conscientes de representar a dos mundos en colisión.

Algo así está ocurriendo en el ámbito financiero mundial. Frente a las organizaciones atávicas –las entidades bancarias– se alzan, desafiantes, nuevas compañías procedentes del mundo digital que ofrecen todo tipo de servicios financieros.

Frente a las entidades bancarias se alzan, desafiantes, nuevas compañías procedentes del mundo digital

En el mercado –la parada de autobús–, el hombre del traje gris es la banca tradicional y los jóvenes punkrockers son las nuevas compañías digitales acostumbradas a romper moldes, reinventar negocios y desintermediar procesos. Obviamente, los bancos son los reyes de la gestión del riesgo y acumulan en sus balances ingentes cantidades de dinero de sus depositantes. Por su parte, las grandes compañías digitales poseen masivos datos de personas obtenidos a través de sus búsquedas, sus declaraciones de intenciones, aficiones y actividades.

Los bancos están buscando la manera de sistematizar la cada vez más abundante información sobre sus clientes, mientras que algunas compañías tecnológicas manejan crecientes recursos económicos de sus afiliados y eso les abre la puerta a un negocio específicamente financiero. Algunos ya han tomado posiciones, como Google, que dispone de una licencia bancaria.

Así que el reto para la banca tradicional es formidable. Una de las fortalezas donde los bancos se apoyan es su potentísima red de ventas. Pero es una ventaja en declive porque se están cerrando miles de oficinas y porque crece el número de clientes que ya no las visitan. Se calcula que por cada diez millones de clientes, se producen cada día 750.000 visitas a la web por solo 10.000 visitas a oficinas de la entidad.

Los bancos tradicionales están obligados a moverse rápido. Por una parte, la reducción de oficinas permite un importante ahorro en activos, gastos operativos y personal. Por otra, la clientela se orienta progresivamente hacia la simplicidad, comodidad y rapidez que representa la gestión digital del dinero. Si los bancos no ocupan este espacio, serán otros los que se instalen en él.

Algunos expertos opinan que las compañías digitales terminarán imponiéndose, ya que su ventaja tecnológica será imposible de igualar por los bancos, que además tienen el lastre de tener plataformas muy antiguas que van mejorando a base de parches. Además, esto tampoco es David contra Goliat. Algunas grandes corporaciones digitales, como Google, Amazon o Apple, tienen dinero suficiente incluso para comprar bancos importantes.

Igual que a finales de los setenta la eclosión de punks, mods, rockers, popis, new romantics, siniestros, skatalíticos y demás tendencias New Wave pusieron patas arriba la escena rock, hoy las start-ups y las grandes corporaciones digitales están moviendo los cimientos del sector financiero mundial.

La amenaza para los bancos tradicionales se puede agrupar en diferentes clusters:

Por tanto, las compañías digitales podrían afectar seriamente al sector financiero, igual que afectaron en mayor medida a industrias como el retail, las telecomunicaciones, los servicios de correos, los medios de comunicación, la industria discográfica o la fotografía, por citar algunas.

La gestión del riesgo es un conocimiento que las compañías digitales no tienen tan interiorizado

Pero los bancos tienen un know how en el manejo de recursos que no se aprende de la noche a la mañana. La gestión del riesgo, pieza clave del negocio bancario, es un conocimiento que las compañías digitales no tienen tan interiorizado, y es fundamental. Aunque son maquinarias pesadas, tienen la capacidad para buscar socios tecnológicos (con fórmulas de colaboración) que les ayuden a dar el salto.

Por eso creo que hay que dar un margen de confianza a aquellos bancos capaces de engancharse con éxito a la corriente digital para simplificar la vida de sus clientes. Sin necesidad de liderar el cambio, estos bancos fast followers tendrán la agilidad y visión suficiente para adaptarse y mantener una posición preeminente frente a aquellas entidades tradicionales que sean incapaces de digitalizarse de manera eficiente.

Todos los que en algún momento vivimos la modernidad, con el tiempo aprendimos que es efímera, que unas tendencias son sustituidas por otras, que se producen mestizajes, que la diversidad aumenta. Lo más probable es que así ocurra también en el mercado del dinero: veremos surgir, desaparecer o consolidarse diferentes propuestas que convivirán con alternativas tradicionales que a su vez habrán mutado desde sus formas originales a otras más vanguardistas.

Yo también he mutado un tanto, pero sigo añorando la agitación de aquellos ambientes nuevaoleros. Empachado de bits, códigos, start-ups y transacciones digitales, creo que voy a pinchar en mi tocadiscos el Anarchy in UK de los Sex Pistols y recordar a aquella chica en Picadilly Circus.

Alejandro Tinturé es global partner client leadership de Mindshare.

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