Depósitos estructurados: más letra pequeña y más riesgo
La búsqueda de rentabilidad más allá del depósito tradicional, y sin salirse de los parámetros del ahorro conservador, encuentra destino en los depósitos estructurados. Son productos en los que el depósito sufre una metamorfosis por la que incorpora dosis de renta variable, es decir, vincula su rentabilidad a la evolución de un valor o índice o a una cesta de varias referencias bursátiles. Pero, antes de decidirse por esta variante del depósito, el cliente debe asegurarse de que el producto no renuncia a la premisa fundamental de este tipo de ahorro por la que se garantiza todo el capital.
La Comisión Nacional del Mercados de Valores (CNMV) advirtió esta misma semana a la banca que debe dejar muy claro al cliente las característica de este producto en el momento de su comercialización, hasta el punto de señalar que es poco recomendable emplear el término de depósito estructurado, resultando preferible el término “producto estructurado” o simplemente “estructurado”. Y recuerda al sector que cuando las entidades crean que un estructurado no es el mejor producto para el cliente “deberían abstenerse de recomendar su compra o incluso de comercializarlo”. No en vano, los estructurados, bajo la apariencia del depósito, requieren el uso de derivados, que tienen la consideración de producto complejo.
Aun así, hay distintos grados de riesgo dentro del abanico de los productos estructurados. Y la clave está en que, aunque la rentabilidad quede vinculada a la Bolsa, esté garantizado el cien por cien del capital.
Banco Sabadell comercializa un depósito estructurado a un plazo de 18 meses que referencia su remuneración al índice Eurostoxx 50. Si al cabo de ese tiempo, el índice está por encima la remuneración será del 2,31% TAE. Si, por el contrario, registra pérdidas, la remuneración queda tan solo en el 0,4% TAE, de modo que en el peor de los casos el cliente recupera el cien por cien de lo depositado más ese 0,4%.
La advertencia de la CNMV ha llegado justo en un momento en que las entidades intentan sacar partido del buen momento bursátil y de la expextativa de revalorización y procuran combinar la renta variable con los depósitos. Pero el cliente no debe perder de vista que, a diferencia de la promesa de rentabilidad que ofrece el depósito, la del estructurado es más incierta y resulta por tanto determinante que quede garantizado todo el capital.