Esquí y románico se dan la mano en Boí Taüll
La temporada de invierno roza su fin y el valle de Boí se torna idóneo para dar una última oportunidad a la nieve y conocer la comarca
Los amantes de los deportes de nieve aún tienen una oportunidad para disfrutar de sus últimos resquicios antes de que el deshielo se abra paso y sean otras las actividades que realizar alrededor de la naturaleza. Los aclamados Alpes son elegidos por mucha gente, pero en periodos como la Semana Santa, donde los días de vacaciones son escasos, la balanza se decanta por el turismo interior. El valle de Boí ofrece múltiples posibilidades, pues aúna la estación de esquí Boí Taüll con su complejo turístico ubicado en un paraje rodeado de historia y naturaleza.
Entre Lérida y Barcelona se encuentra la comarca Alta Ribagorza, formada por pequeños pueblos y rodeada por el pirineo leridano. Dentro de las 16 estaciones de esquí que componen el sistema pirenaico nacional, la de Boí Taüll es la más alta, yendo desde los 2.020 metros hasta alcanzar una cota máxima de 2.751, lo que beneficia la conservación de la nieve. La estación no solo es especial por su altura, sino también por su carácter íntimo. La ausencia de masificación marca una diferencia respecto a otras pistas más conocidas. En total cuenta con 45 kilómetros esquiables, que se distribuyen por diferentes categorías, desde expertos hasta principiantes.
Guía para el viajero
CÓMO IR. Para viajar desde cualquier punto de España, la opción más recomendable es el tren de alta velocidad hasta Lérida y, una vez allí, alquilar un automóvil para subir hasta el valle por una ruta vistosa con lagos y pantanos. Olvide el coche en el complejo, los autobuses proporcionados por la organización lo llevarán a pie de pista.
DÓNDE DORMIR. La oferta para pernoctar es muy amplia. Dentro del complejo hay más de 1.200 camas y las categorías de alojamiento van desde las dos hasta las cuatro estrellas. Para los que busquen algo más rústico, las casas o apartamentos rurales en los pueblos de alrededor son la mejor opción, todas ellas con equipamiento completo.
DÓNDE COMER. Los restaurantes locales son altamente recomendables y todos destacan por contar con una gastronomía sencilla y equilibrada. Además, cinco restaurantes del resort cuentan con la asesoría de Pedro Subijana, galardonado con tres estrellas Michelin. Imprescindibles los quesos de cabra y los caracoles a la llauna.
PLANES. Si viaja con niños, acudir a los servicios de animación infantil será una buena opción. Estos harán las delicias de los más pequeños mientras usted disfruta de un spa con vistas a la montaña nevada así como de los servicios de fisioterapia o sauna. Con la llegada del buen tiempo se recomienda visitar el balneario Caldes de Boí.
Boí Taüll está reconvirtiendo su modelo de negocio.La dirección apuesta por atraer a un público joven, donde encajan tanto escolares que viajan con sus centros educativos como parejas que buscan una combinación de deportes de nieve y descanso. El complejo ha doblado la afluencia de clientes respecto al año anterior y desde la organización se muestra optimismo ante “un proyecto que se ha hecho con muchos sacrificios y sobre todo con la unión de fuerzas”. Los datos de asistencia cifran la temporada 2012-2013 en 100.000 visitantes y este año esperan repetir.
A pie de pista se disfruta de una gastronomía simple pero variada; la butifarra, uno de los embutidos estrella de la región, acostumbra a servirse acompañada con pan y tomate rallado. Si se busca algo más exclusivo, cualquier restaurante local dentro del valle es recomendable. La cocina de la zona se ha visto muy beneficiada por el impulso que se está dando a la comarca. El queso de cabra es uno de los protagonistas y platos como los caracoles a la llauna (con salsas alioli y romesco), la escudella (sopa) o los canelones forman parte de ese abanico culinario variado y equilibrado.
En cuanto al alojamiento, el resort de Boí Taüll cuenta con seis establecimientos hoteleros con categorías para todos los gustos. En total hay 1.200 camas a disposición del visitante. Para ampliar esta oferta de comodidad, se proponen diferentes actividades de ocio, entre ellas, un spa ubicado en el centro del complejo. Allí destaca el circuito de aguas y su inmejorable vista. Mientras se toma un baño cálido se puede observar a través del cristal la montaña nevada.
Si quiere conocer el entorno, existen diferentes escapadas dentro del circuito; la ruta del Románico, por su importancia histórica, destaca sobre el resto. Durante la Edad Media, el valle se convirtió en un epicentro del románico lombardo. Son nueve los monumentos eclesiásticos enclavados en él y todos considerados Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 2000, además de gozar de una excelente conservación. Sorprenden sus naves con sillares de granito, sus bóvedas de cañón y las torres de los campanarios. En Semana Santa no deje de acudir el Viernes Santo al vía crucis en el pueblo de Barruera, en el que intervienen 50 personas.
En el interior, las iglesias guardan descendimientos de la cruz, tallas y frontales de altar, que llenaban los espacios de imágenes destinadas a revelar los valores espirituales de la sociedad medieval. Para promover su visita, se recrean a través de videomappinges (técnica que consiste en proyectar imágenes inanimadas sobre superficies para conseguir efectos de movimiento).
Los tejados de pizarra armonizan las construcciones y lucen junto a la montaña. Antes de volver conviene visitar el Parque Nacional de Aigüestortes (único parque nacional en Cataluña) y el lago San Mauricio.