_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La próxima frontera de la seguridad

El fenómeno BYOD –Bring Your Own Device– es una tendencia imparable que se ha extendido por todo tipo de organizaciones, cada día aumenta el número de ciudadanos que utilizan sus propios dispositivos en su trabajo sin plantearse cómo esta decisión puede impactar en la red o en el negocio.

La variedad de herramientas que ofrecen conectividad continua es cada vez mayor: portátiles, tabletas, smartphones, a los que se suman las tecnologías emergentes que saltan a escena, como las Google Glass o los relojes inteligentes, anticipo de muchas más innovaciones que veremos en breve. Y todas ellas facilitan el acceso a diferentes aplicaciones de comunicación y empresariales.

Para ponernos en contexto, de acuerdo con los datos ofrecidos por Fortinet en su último estudio mundial sobre el fenómeno BYOD, realizado en 20 países entre empleados de 21 a 32 años, el 16% de los encuestados declararon que utilizarían las tecnologías wearable en su puesto de trabajo o con fines laborales en cuanto estuvieran disponibles y el 33% confirmó que los adoptaría cuando fueran asequibles. Solo el 8% de la muestra se manifestó en desacuerdo en que estas tecnologías se popularizarían en el entorno laboral. Basándonos en estos datos podemos afirmar que las organizaciones no pueden ignorar el impacto que las tecnologías emergentes tendrán en ellas.

Obviamente, como con cualquier nueva tecnología que llega al mercado y se populariza con rapidez, surge la incertidumbre sobre las implicaciones de seguridad. Para la empresa, la utilización de tecnologías emergentes conlleva problemas similares al uso de dispositivos móviles, siendo el más importante el acceso a los datos corporativos. Aquí, la gestión de la identidad deberá ser un componente clave de la solución de seguridad a adoptar. De hecho, el uso de tecnologías emergentes plantea un problema en torno a la confidencialidad de datos. Dispositivos como Google Glass, relojes inteligentes y otro tipo de accesorios permiten grabar al usuario esté donde esté a través de cámaras integradas, todo un reto para la protección de la privacidad.

Otro punto para la fuga de datos son las redes inalámbricas. De hecho, las tecnologías emergentes utilizan sus propias capacidades wifi para conectarse a una red por Bluetooth y acceder a internet por redes 3G/4G. Surgen distintos problemas a considerar; el primero es referente al uso de redes públicas inseguras. Estos dispositivos tienen una capacidad de procesamiento limitada por lo que será complicado que puedan ejecutar su propio antivirus. Por lo tanto, la seguridad recaerá en las medidas de seguridad que impongan las organizaciones para que sus empleados utilicen estos dispositivos. Para asegurarse de que el cumplimiento de la normativa es la adecuada, será necesario establecer un programa educativo para que el personal interiorice las políticas de la compañía al respecto y comprenda los peligros que entraña saltarse la normativa.

En el entorno laboral, estos dispositivos se conectarán con la red wifi corporativa. La seguridad debe, por tanto, estar integrada dentro de la propia red con un conjunto de normas y políticas que determinen el nivel de acceso de cada usuario independientemente de cómo este acceda a la red. Los problemas de seguridad planteados por las tecnologías emergentes podrían representar una amenaza real para las empresas, especialmente para aquellas que manejan información confidencial. Se debe desarrollar una política de uso específica para los dispositivos inteligentes conectados la cual debe indicar el permiso para usar estos aparatos en el lugar de trabajo, a qué partes de la red se les permite tener acceso y cuáles son los procedimientos de seguridad y los protocolos que deben cumplir.

Parece una certeza que muchas de estas tecnologías emergentes llegarán a ser algún día tan comunes como los teléfonos inteligentes y tabletas. Google Glass, por ejemplo, está diseñado para que el usuario pueda acceder a internet, tomar vídeos y fotos todo en un abrir y cerrar de ojos. Se podría argumentar que estas características aumentan la productividad, sin embargo, puede razonarse que esta podría disminuir por distraer al usuario.

Hay que entender que estas nuevas tecnologías no reemplazarán teléfonos, tabletas y ordenadores portátiles, que son adicionales, por lo que resulta imprescindible contar con la solución apropiada para proteger la red corporativa. Pero no todo son malas noticias para las empresas. Aquellas que estén preparadas y se enfrenten activamente a los retos de las tecnologías emergentes en términos de políticas, seguridad, gestión de redes y seguimiento, contarán con una gran ventaja competitiva respecto a la amplia mayoría.

Acacio Martin es Director General de Fortinet

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_