Luis Gallego, un año de revolución en Iberia
"Es una persona modesta y un ejemplo de tacto negociando. Esas están siendo las claves de su éxito en Iberia”. Con estas palabras se refirió la ministra Ana Pastor al presidente de la aerolínea, Luis Gallego, en un reciente viaje de la responsable de Fomento con periodistas. Pastor recordaba cómo la crisis entre Iberia y su plantilla, a causa de los severos ajustes decididos a finales de 2011, habían puesto en jaque al turismo y la conectividad de España con América.
Cuando la ministra lanzaba estos piropos, el primer ejecutivo de Iberia acababa de firmar un pacto histórico, de alza en la productividad y no beligerancia, ni más ni menos que con los pilotos. Gallego ponía fin a una batalla que venía del siglo pasado. Ahora se espera de él que devuelva a Iberia a terrenos de rentabilidad.
Ayer se cumplió un año de su llegada a la empresa como consejero delegado y da la sensación de que la nave lleva buen rumbo. Así también lo reconocen los sindicatos mayoritarios del personal de tierra y los de la tripulación de cabina de pasajeros. “Con este hombre se puede hablar. Se presta a ello, escucha, sabe y promete lo que puede cumplir”, dice un dirigente sindical.
Luis Gallego sustituyó a Rafael Sánchez Lozano cuando Iberia estaba incendiada. A su antecesor, procedente del mundo financiero, le correspondió meter la tijera, abrasarse en batallas laborales y en un duro pulso con el Gobierno, que exigía a Iberia como si fuera pública. Para Gallego quedó la labor de calmar las aguas y gestionar con nuevos parámetros. Pero además, ha conseguido seguir con la poda haciendo ver a los de dentro que cortar por la sano evitaría la muerte de la compañía.
En este año Iberia ha cambiado su sede por una más moderna, ha renovado la imagen de marca, ha pactado nuevos convenios y ha reducido drásticamente sus cuadros directivos. Todo mientras empieza a recibir nuevos aviones y renueva otros. Cierto es que algunos de los procesos estaban ya lanzados, pero el más decisivo de ellos, el de la paz social, permite pensar ahora exclusivamente en cómo crecer (también en cómo crecerá Iberia Express). Falta, según reconoce el presidente de Iberia, que la demanda acompañe para lanzar rutas y comprar aviones.
“Luis Gallego es modesto y un ejemplo de tacto”, valora la ministra Ana Pastor
El equipo de Gallego ha sido capaz de gestionar mientras apagaba fuegos internos, lo que ha desencadenado toda una ofensiva comercial con precios más competitivos, tarifas flexibles y una notable mejora en la oferta para quien tiene la fortuna de volar en los nuevos aviones que Airbus ha ido entregando en los últimos meses.
La nueva Iberia es más competitiva en todos los terrenos y quiere reconquistar un terreno que ha ido cediendo a competidores como Air Europa, Air France, distintas low cost, o ante el propio AVE. En el último de los casos parece cantada una derrota de la aerolínea si Renfe es capaz de mantener precios bajos y la anunciada liberalización del tren de larga distancia introduce competencia en las vías. Sin embargo, la llegada del AVE a Barajas haría del tren un aliado que alimente el largo radio de la aerolínea.
En cuanto al cuerpo a cuerpo con las low cost en el corto y medio radio, y con las aerolíneas tradicionales en los vuelos intercontinentales, el resultado depende de la estructura de costes laborales, de contar con una flota eficiente y de la firma de buenas coberturas en lo que toca al combustible. En las dos últimas parcelas, Iberia dice que juega a favor el abrigo de IAG.
Luis Gallego, ingeniero aeronáutico por la Politécnica de Madrid y PDD por el IESE, se ha hecho ejecutivo pegado siempre a un avión y, en muchas ocasiones, en la órbita de Iberia. Hizo formación para el Ejército; trabajó para Aviaco; desempeñó responsabilidades en Air Nostrum; formó parte del equipo fundacional de Clickair, y mandó en Vueling. A lo largo de estas etapas aprendió los secretos de la producción, la calidad, seguridad o instrucción. Terminó poniendo en marcha Iberia Express y de ahí paso a dirigir la reconversión de Iberia.
Hace 12 meses sus interlocutores le achacaban falta de experiencia con los sindicatos. Ha superado esa prueba y hoy disfruta de la confianza de la plantilla de Iberia. Pero este tipo de cheques no se extienden para siempre. Ahora serán los números, y nuevos proyectos ilusionantes, quienes examinen al ejecutivo revelación de 2013.