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¡Bendecid mis ardides y mentiras, para que mi venganza tenga éxito!

Las tensiones políticas en torno al conflicto de Crimea continúan y las preocupaciones son cada vez mayores ya que UE y EEUU por un lado y Rusia (y los BRICS?) por el otro, no acaban de cerrar posturas. En ese con contexto, las sanciones podrían empujar a Rusia a estrechar su cooperación con los BRICS, en particular con China, hecho que será catastrófico para americanos y europeos.

La estrategia “no cooperativa” se impone y el resultado parece que podría ser un retroceso en la globalización (y el multilateralismo) lo que nos llevaría a la constitución de nuevos bloques que actúen autónomamente dentro de sus áreas de influencia.

Aunque parezca lo contrario, no se está reinstaurando los bloques ya conocidos de la guerra fría: “EE.UU.(Capitalistas)/Rusia (Comunistas) sino más bien el de los "¿Deudores/Acreedores?, ¿Viejo Mundo/Nuevo Mundo?" en un economía global que lleva ya 7 años negándose a enfrentarse “cara a cara” al problema de la deuda y a la vez, dar entrada a nuevos actores (como protagonistas no como secundarios) en el escenario económico.

Obama saca pecho con su independencia energética y le reprocha a la Eurozona no haber resuelto sus problemas de abastecimiento de energía barata, lo que lastra el castigo a Putin. Como era obvio, se mostró a favor de aumentar la exportación del gas de esquisto estadounidense a fin de cubrir parte de las necesidades energéticas en el continente. Pero la UE deberá firmar antes el acuerdo comercial trasatlántico. Con ello lograría crear un área más pequeña, de la que continuaría siendo el líder, ya que su liderazgo global parece estar cada vez más en entredicho.

La Eurozona (atrapada en una desigual Unión Europea) decide no estar a la altura de las circunstancias y convertirse en ese poder bisagra que evite esta partición. La prioridad europea debería ser no verse atrapada en esta dinámica perversa de retroceso en la globalización o (en caso de no poder evitarla) el no verse suscrita a uno de los lados. No necesariamente debemos elegir una de las dos alternativas.

Mientras tanto el FMI y Ucrania están en conversaciones para diseñar un programa de reformas y medidas de ajuste a cambio de un plan de asistencia de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares que (pregúntenselo a los países intervenidos del Sur de Europa) no saldrá sin sacrificios para la población ucraniana.

Las personas que salieron a la calle en Kiev, me temo que no lo hicieron para elegir entre “papa o mamá” (Rusia U Occidente), como nos quieren hacer ver. Ucrania es una de las naciones más corruptas del mundo, y el hastío de la población con respecto a éste tema les sacó a la calle. Cambiar los gobernantes y mantener la corrupción hará que el proyecto fracase. Como prueba ya tenemos el fracaso de la Revolución Naranja en el 2004.

No es eso lo que viene pidiendo la sociedad desde que empezó a despertar del sueño hace ahora cuatro años con la Primavera Árabe y otras protestas populares a lo largo y ancho de la geografía mundial. En todas ellas había un común denominador: un alto grado de corrupción de las elites, y que la actual crisis, no ha hecho más que ponerlo en evidencia. Me temo que salieron, sin saberlo a ciencia cierta, para reclamar un Nuevo Orden Mundial.

Ellos se equivocan al pedir más Estado o más intervención (tendrán más corrupción de las élites), pero las élites cometerán un grave error si el resultado de las protestas de la sociedad se resuelve con un reparto del mundo en áreas de influencia que les permita mantener su “status quo” dentro de cada uno de ellos y abortan el nacimiento del “Nuevo Orden Mundial”.

El Teatro Real lleva a escena el “Lohengrin” de Wagner entre el 3 y el 27 de abril. Estrenada en Weimar el 28 de agosto de 1850, sigue de actualidad. Necesitamos como Elsa soñar en un mundo mejor (Lohengrin). Las maquinaciones del viejo mundo (Ortrud) solo buscan que desconfiemos para que nada cambie.

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