Algo más que secreto bancario y escaparate de lujo
Ginebra aúna elegancia, naturaleza e influencia política y económica
Protagonista de algunas de las reuniones políticas de más alto nivel y hogar de cientos de bancos y firmas financieras, Ginebra puede dar la impresión de ser un lugar sin más atractivo que las beneficiosas condiciones fiscales suizas para las grandes fortunas. Sin embargo, la segunda mayor ciudad de este país, con 180.000 habitantes, esconde rincones, olores y sabores que reconcilian con una Suiza que quiere entornar sus puertas.
Ginebra es protagonista estos días por albergar la 84.ª edición de su Salón Internacional del Automóvil. Más de 700.000 visitantes, casi cuatro veces su población, se darán cita durante los 10 días que dura el encuentro. Con apenas 15 km2, Ginebra puede absorber toda esa afluencia de gente y ofrecer opciones para todo tipo de turistas, en especial para el que llega con una buena cantidad de francos suizos en el billetero.
Operan más de 130 bancos
Ginebra es una de las capitales mundiales de la gestión de activos. Allí se sitúan 130 bancos, casi la mitad extranjeros, y 3.200 intermediarios financieros. Según el índice The Global Finance, es la octava ciudad del mundo con más actividad de este tipo.
Su aeropuerto internacional se sitúa a apenas 10 minutos del centro urbano, dividido por el río Ródano, que antes de seguir su curso hacia aguas del Mediterráneo deja en Ginebra el mayor lago de Europa occidental: el Lemán. En él, y con los Alpes de fondo, se sitúa el símbolo de la ciudad, con permiso de la catedral de San Pedro: el Jet d’Eau, una fuente que lanza agua a presión hasta 150 metros de altura y que ofrece al turista una postal única, sobre todo si se toma desde el muelle de Mont-Blanc, al norte del río, con un arcoíris inseparable del correr del agua. Desde esa ubicación, siguiendo el curso sur del Ródano, se encuentran ubicados de forma consecutiva algunos de los hoteles más caros de la ciudad: el Hotel d’Angleterre, el Kempinski o el Mandarin, con precios nunca inferiores a los 500 euros por noche.
Cruzando alguno de los numerosos puentes que unen el centro, la inclinación de las calles certifica que estamos en la ciudad antigua. Estas rampas conducen, primero, a la catedral, símbolo de la Reforma Protestante de Calvino, y después, casi por obligación, a la Place du Bourg-de-Four, donde se levanta el Palacio de Justicia y donde se suceden las cafeterías y las terrazas. Desde allí surgen las opciones: continuar explorando los recovecos que ofrece el casco antiguo o visitar algunos de los jardines situados junto al lago. Si se opta por la primera, el turista puede llegar hasta la Promenade de la Treille, un paseo arbolado con una bella vista del resto de la ciudad, y cenar una tradicional fondue en el restaurante del Hotel de Ville, cuyo olor nada más atravesar la puerta embaucará a los fanáticos de los quesos. Otra alternativa es el café Papon, con unos salones que nos sitúan en plena Edad Media. La segunda opción permite pasar por algunas de las tiendas más exclusivas: Luis Vuitton, Cartier, Gucci o Rolex, en una ciudad de gran tradición relojera y capital europea del lujo.
El reducido tamaño de Ginebra hace posible recorrer a pie sus principales puntos, aunque quienes se alojen en un hotel u hostal reciben una tarjeta que les autoriza a usar el transporte público de forma gratuita. Un alivio en una ciudad cara, pero de atractivo innegable.
Un Salón del Automóvil protagonista
El Salón de Ginebra pasa por ser la primera gran cita del año en el sector de la automoción. La de 2014 es su 84.ª edición, y en los últimos años no ha consolidado su importancia solo por ser la primera convocatoria del calendario, sino que comienza a superar como estratégico para los fabricantes de automóviles a eventos como los salones de París o Fráncfort.
Este año se han acreditado 10.000 periodistas para cubrir las ruedas de prensa y presentaciones de todas las marcas. Las más importantes, tanto europeas como americanas y asiáticas, tienen su espacio en sus siete pabellones, dentro del centro de convenciones Palexpo. Sus dimensiones más reducidas con respecto a otras citas, como la de Fráncfort, y su cercanía al aeropuerto, adonde se puede llegar caminando, son cualidades muy apreciadas por los profesionales. Iberia, EasyJet y Swiss conectan Madrid con Ginebra sin escalas, mientras que solo EasyJet lo hace desde Barcelona.