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Columna
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Menos coches, menos demanda

La manufactura de coches en Australia está siendo desmantelada. Toyota ha seguido a General Motors y Ford, al anunciar que dejará de fabricar en el país. La decisión es una respuesta tardía a una década de erosión en la competitividad manufacturera. Pero el verdadero riesgo para la economía no es que los australianos fabriquen menos: es que van a poder comprar menos cosas.

Ajustado por diferencias de costes laborales, la tasa de cambio media de Australia aumentó frente a sus socios comerciales en un 79% entre 2001 y 2012. Eso hizo que los coches importados fueran más atractivos. Incluso la caída del 4% el año pasado en el valor real del dólar australiano apenas fue suficiente para persuadir a los fabricantes de automóviles para quedarse.

La disminución de la demanda interna es otro punto a tener en cuenta. Es poco probable que los australianos, que han comprado más de un millón de vehículos en seis de los últimos siete años, mantengan ese ritmo. Aunque la caída del dólar australiano contribuirá a la competitividad, controlar la inflada base de costes del país también exigirá moderación salarial. Los sueldos se encuentran entre los más altos de los miembros de la OCDE, a pesar de que el crecimiento de la productividad no se mantiene. Los recortes de empleos en la industria manufacturera empezarán a presionar los sueldos. Eso golpeará la demanda interna, que ya nota la reducción de las inversiones mineras.

Australia tiene pocas opciones para impulsar la demanda. El gasto público podría compensar la reducción del consumo privado, pero el primer ministro Tony Abbott está bajo presión para frenar el déficit presupuestario.

La desaparición de la industria automovilística de Australia es un símbolo de la desfavorable estructura de costes del país. Pero la preocupación a largo plazo es su potencial como mercado menguante.

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