Demasiada fe en el viejo ‘pool’
Las eléctricas se las creían muy felices cuando el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, decidió pedirles consejo sobre cómo sustituir el sistema de subastas Cesur por otra referencia de mercado con la cual fijar el coste de la energía en el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC) al que tienen derecho los usuarios con menos de 10 kW de potencia contratada.
En general, las compañías propusieron un sistema de subastas mejorado y la liberalización casi total del sector en un par de años. Pero, así como el Ministerio de Industria ha renunciado a cualquier tipo de subastas o referencias de mercados a plazo que se le ha sugerido, no se descarta que haya tomado nota sobre la liberalización y en el medio plazo deje fuera de cualquier paraguas de precios máximos a los consumidores con menos de 3 kW (o quizás 4 kW) de potencia contratada.
Con la rapidez a la que Alberto Nadal tiene acostumbrado al sector, y sin aceptar sus consejos (algo que también es costumbre), este ha anunciado un nuevo sistema de precios radicalmente contrario al establecido. Algo sorprendente si se tiene en cuenta que cambiar radicalmente la Cesur no formaba parte de los planes reformistas del ministerio, más centrado en recortar costes de la tarifa para controlar el déficit, y que ha eliminado tras estallarle en las manos el pasado mes de diciembre.
De los consultados por el ministerio, además de las eléctricas, las asociaciones de grandes consumidores, de pymes y algunos de lo principales traders que participaban en la subasta, ninguno se hace responsable del nuevo engendro.
Difícilmente, los consumidores podrán saber qué precio pagan
Abandonar un sistema de subastas basado en los mercados a plazos, bueno en su diseño pero quizás mal gestionado, y echarse sin más en los brazos del mercado spot no deja de ser un riesgo que algunos advertían ayer. Que el pool esté ahora por los suelos no significa que lo vaya a estar siempre, y hay señales que apuntan a lo contrario. ¿Han pensado los responsables de Industria a dónde irán a parar los más de 8.000 MW de energía eólica que su propia regulación dejará sin primas en poco menos de dos meses? Pues al viejo pool a cobrar el precio marginal. Además, ¿no acusó el titular de Industria, José Manuel Soria, a las eléctricas de “burda manipulación” de este mercado.
Pero el problema no es tanto que el Gobierno utilice una u otra referencia para fijar el precio de la energía, sino que haya optado por un complejo mecanismo que deprimirá a los sufridos y confundidos consumidores, a los que dice proteger. Empeñado en enterrar cualquier noticia sobre subidas de la luz que considera muy perjudiciales políticamente, el ministerio ha encontrado el mejor ataud: revisiones a la carta y al minuto para cada uno según las cotizaciones del mercado. Cada cual sabrá ahora en su casa lo que paga aunque difícilmente por qué lo paga.
El Gobierno insiste en que se trata de un mecanismo más transparente y barato, pero no ha debido medir las consecuencias de su aplicación, no solo porque se trata de 17 millones de clientes repartidos entre cinco empresas (un volumen sin parangón), sino porque estas no se caracterizan precisamente por su agilidad. Todas aún recuerdan el caos que supuso el cambio de la factura bimestral a mensual decidido por Miguel Sebastián. Una broma comparado con lo que se avecina.