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La ratio solvencia no podrá caer del 5,5%

Los tests de estrés a la banca afectarán a toda la cartera de deuda pública

Vista de un símbolo del euro a las puertas del Banco Central Europeo.
Vista de un símbolo del euro a las puertas del Banco Central Europeo. EFE

Jarro de agua fría para la banca europea y en particular, la española. La Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés) anunció el viernes en Londres que los tests de estrés de este año serán más duros que los dos anteriores (2009 y 2001) y, además, computarán como riesgo toda la cartera de deuda pública, no solo los títulos que estén pendientes de venta o negociación, sino también los adquiridos por la entidad con el objetivo de mantenerlos hasta su vencimiento.

Las pruebas se realizarán entre marzo y octubre de 2014, según el calendario publicado por la EBA. Y a ellas se someterán 124 entidades, que representan el 80% de los activos de la banca europea y al menos el 50% del mercado nacional en los 22 países que participan en el ejercicio.

Alemania es el país con más entidades sometidas a la prueba: 23 en total, incluida la banca pública de los länder. En el último ejercicio, sin embargo, una de las entidades alemanas dio la estampada en el último momento y no se sometió al control.

España, con 16 entidades, es el segundo país más representado, con presencia de prácticamente todo el sector y por delante, incluso, de Francia (11) o Italia (15).

La prueba de estrés requerirá que todas esas entidades dispongan de un capital Tier 1 (el de máxima calidad) de al menos el 8% en el escenario más favorable y del 5,5% en el más adverso. Se trata de un umbral más duro que en 2011, cuando se fijó en el 5% en el peor de los escenarios.

Aun así, las instituciones europeas confían en que la mayoría del sector supere la prueba, en particular, en países como España donde se ha llevado a cabo un programa de recapitalización financiado en parte con préstamos del fondo de rescate de la zona euro (MEDE o Mecanismo europeo de Estabilidad).

Ese optimismo podría frustrarse, sin embargo, tras la decisión de la EBA de someter a estrés “a todas las posiciones de la banca en deuda soberana”.

En concreto, los títulos de deuda pública acumulados en la cartera de negociación se valorarán a precio de mercado, con la repercusión inmediata de las pérdidas realizadas. Los títulos disponibles para la venta sufrirán el mismo tratamiento, aunque en estos casos los reguladores podrán filtrar las pérdidas potenciales.

Y, por último, los títulos de la cartera de vencimiento (aquellos que la entidad no tiene pensado vender, sino mantenerlos hasta que el Estado redima la deuda) se someterán a un cambio en su ponderación riesgo.

Esta novedad es la que más asusta al sector, aunque falta por saber qué porcentaje de capital se requerirá para cubrir un riesgo que hasta ahora no se contemplaba.

A falta de conocer ese dato, la decisión de la EBA ya coloca en una tesitura delicada a la banca española, cuya cartera de vencimiento a cumula 246.733 millones de euros en deuda pública, según los datos de octubre de 2013 del Tesoro.

Y puede marcar un precedente para las tesis de Alemania, partidaria de que los reguladores (y, sobre todo, el mercado) empiecen a tratar la deuda pública como un activo cualquiera, expuesto al peligro de pérdidas y sin garantías de cobro al 100%.

Berlín cree que de este modo los inversores discriminarán entre las diferentes emisiones de los países de la zona euro, sin otorgar a todos los títulos la misma confianza como ocurrió hasta el estallido de la crisis griega en 2010. Si la tesis alemana se impone, el diferencial de la prima de riesgo servirá de instrumento de disciplina presupuestaria de manera permanente y evitará el endeudamiento excesivo de las economías menos solventes.

Bruselas y varias capitales, entre ellas, Madrid, se resisten a ese modelo y consideran que la deuda pública debe seguir siendo computada como libre de riesgo. En la misma línea parece estar el BCE, que hace poco daba por segura que la cartera de vencimiento no se sometería a estrés. Sin embargo, la nueva ejecutiva del BCE y número dos del Supervisor único, Sabine Lautenschläger, es firme partidaria de castigar la deuda.

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