Un año de mejora en los dividendos
Los Reyes Magos llegan este año cargados de expectativas de mejora económica en España. Las empresas comienzan 2014 con un espíritu muy diferente al de los últimos ejercicios gracias a las previsiones de crecimiento para este año y al esperanzador y constante goteo de indicadores macroeconómicos positivos que se ha producido en los últimos meses. De confirmarse que 2014 será el año efectivo del principio de la recuperación –la mayor parte de las proyecciones cifran en un 1% el repunte del PIB–, las empresas comenzarán a notar en sus cuentas de resultados la consiguiente mejora y ello tendrá, previsiblemente, su reflejo en la remuneración a los accionistas. Tras los duros ajustes que la crisis ha impuesto a las corporaciones, el que acaba de comenzar puede convertirse así en el año del fortalecimiento de la política de reparto de dividendos en las cotizadas. Un esperado cambio de tendencia, después de un 2013 en el que las corporaciones abonaron por este concepto un 11% menos que el año anterior.
Las previsiones de los analistas para 2014 contemplan todavía una tendencia a la caída, pero mucho menor, y explicada fundamentalmente por la especial y compleja coyuntura que viven dos sectores clave del Ibex: la banca y las eléctricas. En el caso del primero, la política de dividendos dependerá una vez más de las directrices impuestas por el Banco de España. El organismo estableció en 2013 una limitación que impedía a las entidades retribuir a sus accionistas en metálico por encima del 25% de los beneficios del año, una norma que este año podría renovar. A ello hay que sumar un segundo límite, ligado a los niveles de capital de las entidades, cuyo objetivo es garantizar que estas terminen el año con un ratio de solvencia del 9%. El largo y tortuoso proceso de saneamiento y reorganización del sector financiero español explica estas cortapisas en materia retribución de los accionistas, pese a que la mejora económica se hará sentir también en el mercado bancario.
La incertidumbre regulatoria que impera actualmente en el sector de la energía condicionará su política de dividendos. Las eléctricas viven tiempos turbulentos por dos grandes razones. La primera tiene que ver con la reforma legal del Gobierno, cuyas líneas definitivas deberían resolver –de una vez por todas y de forma eficaz– el problema del déficit de tarifa. La segunda es fruto de la decisión del Ejecutivo de establecer por decreto un alza en el precio de la luz para el mes de enero que está muy por debajo del que apuntaba la subasta eléctrica, con lo que los interrogantes se multiplican en el mercado de la energía, y que ha desatado una fuerte polémica en el sector. La política de remuneración dependerá no solo de que las incógnitas actuales se despejen, sino también del modo en que ello se lleve a cabo y la medida en que afecte a las expectativas de las compañías.
Pese a obstáculos como estos, las opciones disponibles en el mercado para los nuevos inversores que basen sus decisiones en los dividendos son amplias. No en vano, en términos de rentabilidad por dividendo, las empresas españolas siguen retribuyendo por encima de la media, lo que ofrece oportunidades atractivas para los ahorradores.
Más allá de esa circunstancia, el repunte en la actividad empresarial y su reflejo en la cuenta de resultados están directamente ligados al deshielo de una demanda interna que continúa sin despegar. Los datos esperanzadores en materia de empleo, que en diciembre han abierto la puerta a un cambio a positivo del mercado laboral, y el repunte del crédito son unos motores cuyo arranque será lento y marcado por las dificultades. Esa circunstancia obligará al tejido empresarial a adoptar una actitud realista y a mantener muchas de las restricciones que han debido adoptar durante la crisis, pero también exige amplitud de visión, valentía y generosidad. Los accionistas de las compañías cotizadas han visto sus expectativas recortadas como lógica consecuencia de los rigores de la recesión. Precisamente por ello, deben asistir también a los beneficios de un cambio de tendencia del que tienen todo el derecho a participar.