El humo cegó los ojos en Eurovegas
El frustrado macroproyecto de Eurovegas en Madrid tiene que servir para tomar nota de unas cuantas cuestiones importantes. La primera, que es una pésima costumbre que las apuestas políticas se abracen a inversiones privadas y, lo más despreciable, que lo hagan de una manera confusa, opaca y con difusas promesas que llegan incluso hasta comprometer la legalidad vigente.
Las Vegas Sands, promotora del teóricamente ambicioso proyecto en la Comunidad de Madrid, está renegociando parte de su deuda, y eso, cuando menos, ya ponía en duda –como se resaltó desde estas páginas– su capacidad inversora inmediata. A la vez, en la estrategia global manifestada por el grupo de ocio y juego pilotado por Sheldon Adelson aparecen tentadores destinos, como Asia, en general, y Japón, en particular, mucho más apetecibles que el entorno europeo en el que se sitúa Madrid. A todo esto se añade la oscuridad de unas condiciones que, además de exigir discutibles cambios en la legalidad vigente, reclamaban garantías propias de república bananera, que confunden seguridad jurídica con seguro inversor a todo riesgo, además de obviar el compromiso fiscal en el país en el que se obtiene el premio. Un modelo de inversión en el que, al final, el humo del tabaco resultaba ser lo de menos.