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Columna
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Nuevo fallo de motor en Peugeot

Los accionistas de PSA Peugeot Citroën deben sentirse como conductores de un cacharro oxidado que es cada vez menos fiable. Como cuando uno se da cuenta de que la reparación del año pasado fue una chapuza.

El fabricante de automóviles francés ha anunciado dos averías más en un día. Debido a la débil demanda en Europa y a las desfavorables tendencias de cambio de las divisas, tiene que amortizar otros 1.100 millones de euros. También tuvo que reconocer que un elemento clave de su estrategia de supervivencia –una alianza con la estadounidense General Motors– se está desintegrando a trozos.

La nueva amortización llega tras la depreciación en febrero de 4.100 millones de euros del valor nominal de sus fábricas. Entonces, la empresa lo achacó a la deprimente perspectiva del mercado. Ahora admite que la situación es aún más grave.

Igualmente preocupante es la reducción de la alianza europea con General Motors. Se inició en 2012 y se suponía que generaría un ahorro anual de 800 millones de euros hacia 2017. Ha sido revisado a la baja hasta 440 millones de euros –para el año 2018–. El retroceso es extraño teniendo en cuenta que ambos fabricantes de automóviles se jactaban de la profundización de su cooperación hace menos de un año. Da la impresión de que Peugeot no sabe lo que está haciendo y ni hacia dónde se dirige.

Los problemas renovados subrayan cuán desesperadamente Peugeot necesita otro salvador –del tipo del que que ha estado buscando en China–. Reuters informa de que Peugeot está considerando una emisión de derechos por valor de 3.500 millones de euros en la que el fabricante de automóviles chino Dongfeng , así como el gobierno francés, comprarían para en conjunto hacerse con una participación del 20% en la empresa.

Peugeot necesita capital nuevo. Pero el rescate será doloroso para los accionistas existentes. Tal vez un inversor de Peugeot deba comportarse como el inteligente dueño de un coche viejo. Mejor saber el mejor momento para deshacerse de él.

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