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Columna
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Acuerdo, aunque no ganga

El acuerdo sobre el presupuesto de Estados Unidos entre el Congreso y el Senado evitará 63.000 millones de dólares en recortes y a una reducción del déficit de 23.000 millones, pero no hará frente a los grandes problemas a largo plazo.

En la experiencia reciente, ver a la Cámara poner a un lado la política de riesgos calculados, aunque sea por un instante, parece un milagro. Las fallidas negociaciones sobre el presupuesto en otoño llevaron a un cierre del gobierno y estuvieron a punto de rebasar el límite de endeudamiento legal de Estados Unidos.

La motivación de un acuerdo fue el recorte general de 100.000 millones de dólares anuales que entró en vigor este año, cuando no se pudo alcanzar un consenso alternativo. Estos habrían llegado a ser particularmente dolorosos para el año próximo, ya que habrían golpeando el crecimiento del PIB hasta 0,7 en puntos porcentuales y habrían costado 900.000 puestos de trabajo, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. Este acuerdo empleará formas menos intrusivas para mantener el ahorro de costes intacto y, a más largo plazo, apretar el cinturón del estado un poco más .

No fue, sin embargo, un gran acuerdo sobre la sostenibilidad fiscal a largo plazo. Durante los próximos 25 años, la deuda de estadounidense superará el 100% del PIB, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Con el compromiso del martes como rareza, no hay indicios de una transformación política. El pacto evitó las reformas estructurales necesarias, pero controvertidas sobre el gasto sanitario federal y el sistema tributario. En su lugar, se basó en gran parte en rebuscados arreglos como un aumento en los gravámenes de pasajes de avión. El trato no habló tampoco del techo de la deuda. Con nueva fecha para batalla sobre el endeudamiento, los inversores deben mantener a Washington en su lista de vigilancia.

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