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Tribuna
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Hacia una revolución eléctrica

Alguien con una salud de hierro y que no ha precisado nunca grandes dosis de medicamentos para curar sus males. Es la radiografía de un paciente que bien podría ser la red eléctrica. Sin embargo, su avanzada edad demanda ahora una inyección que permita seguir luciendo un aspecto saludable como del que goza. La adaptación a las nuevas necesidades del mercado obligan a todos los sectores, incluido el eléctrico, tradicionalmente conservador y estable, a introducir numerosos cambios tecnológicos. Y eso se traduce en una importante inversión, vital y a la vez complicada en los tiempos que corren.

España está haciendo en los últimos años un esfuerzo tecnológico encomiable en la investigación, el diseño y la concepción de productos y soluciones para alcanzar una red eléctrica más inteligente. El concepto de red inteligente significa sobre todo flexibilidad en la producción, distribución, almacenamiento y utilización de la energía eléctrica, con incremento de la utilización de energía primaria de carácter renovable. Su desarrollo se apoya fundamentalmente en la electrónica de potencia, las comunicaciones y los sistemas de información.

El esfuerzo inversor de las empresas del sector eléctrico, en I+D, en los últimos años, ha sido relevante a pesar de la crisis económica y ha supuesto la colocación de España en una posición excelente para encarar y liderar un futuro de crecimiento económico, creación de empleo e independencia tecnológica. Y así lo hemos hecho en los últimos cinco años en el ámbito del sector eléctrico empresas como Ingeteam, donde el esfuerzo investigador y de desarrollo tecnológico se ha traducido en 100 millones de euros que han permitido probar soluciones basadas en electrónica de potencia. Esto dará como resultado una auténtica revolución tecnológica en la siguiente década.

Algunas tecnologías, como los sistemas de control de flujo, la compensación de energía reactiva, o los sistemas de almacenamiento de energía, permiten optimizar al máximo la energía, pero aún hay que seguir trabajando para adaptar toda la red eléctrica.

Para ello, como he comentado, son necesarias inversiones y financiación. El último informe de la Boston Consulting Group para Futured cifraba en 10.200 millones de euros las necesidades de inversión en las redes eléctricas en España en los próximos 10 años con un valor actual neto esperado que llegaba a multiplicar hasta por 3,5 dichas inversiones, alcanzando un beneficio de hasta 1.800 millones por año, siempre que la retribución fuera razonable y los planes de inversión atractivos y con tecnologías probadas.

Es lógico pensar que en un entorno económico como el actual, los inversores no quieren apuestas arriesgadas aunque las tasas de retorno sean muy elevadas y prefieren apostar por proyectos en igualdad de riesgo, de rápido retorno, niveles de inversión reducidos y garantías de éxito. En este sentido, los proyectos de almacenamiento de energía cumplen con estos criterios en determinadas aplicaciones y mercados, donde conviven un precio de la electricidad y un precio del barril de petróleo elevados, un mercado de servicios complementarios avanzado, una retribución acorde con los ahorros y beneficios generados, unas redes de distribución débiles y/o una generación convencional de regulación lenta.

Pero la continuidad de este esfuerzo para mantener sus efectos tractores sobre el resto de la economía, así como el envío de las necesarias señales al mercado para atraer la financiación, requieren de un apoyo institucional urgente. Ser el primero aporta una ventaja competitiva indiscutible y las referencias iniciales son clave para liderar el mercado.

En este sentido y en estricto cumplimiento con las normativas europeas es necesario seguir promoviendo y desarrollando proyectos vanguardistas comerciales cuyo análisis coste beneficio permita atraer la suficiente inversión para seguir mejorando. También es necesario introducir cambios en el sistema regulatorio para crear un espacio estable de participación de todos los actores involucrados que incentive la inversión necesaria para el despliegue de la inteligencia en la red así como la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i) que proporcione soluciones industriales, óptimas y eficientes.

Eduardo Pedrosa es director de la unidad de negocio de PGA de Ingeteam

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