El rescate será ejemplar si activa el crédito
Hagamos un elemental ejercicio de memoria y situémonos en la primavera de 2012, cuando en vísperas de un partido rutinario de la selección española de fútbol en la Eurocopa de Polonia y Ucrania (cuya competición terminó ganando), los ministros de Finanzas de la eurozona pactaron rescatar al sistema bancario español; nadie pensó que se trataría de una pérdida de soberanía de solo 18 meses. Viendo los ejemplos dramáticos de Portugal, Grecia e incluso Irlanda, con rescate pleno del Estado, la mayoría de los españoles se llevaron las manos a la cabeza por entender que el rescate de la banca pasaría una severa factura a todos y paralizaría la economía por un tiempo prolongado. Pero la salida tan rápida de la intervención, con la banca recapitalizada, la sana y la que no lo estaba, y en un ejercicio considerado ejemplar por los socios europeos, desborda la más optimista de las previsiones. Eso sí: el rescate deberá considerarse ejemplar cuando se confirme que sirve para reactivar el crédito de forma ejemplar tras estar tres años contrayéndose.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, alerta de que ya existen señales explícitas de reactivación del crédito, sobre todo en la franja de consumo y empresas, pese a que los últimos datos proporcionados por el BCE siguen hablando de parálisis, sobre todo para las empresas de mediano y pequeño tamaño. Es evidente que tanto empresas como hogares siguen desapalancándose, y que para las primeras puede ser un ejercicio rápido mientras que en el caso de las familias es un trance vegetativo demasiado lento. Y evidente es también que sin culminar tal proceso de desendeudamiento no podrá surgir una corriente de nueva demanda de crédito, y que sin este es muy complicado que se restablezca el crecimiento económico en unos valores lo suficientemente consistentes como para generar empleo. Por tanto, deberán activarse condiciones que movilicen la demanda y que flexibilicen la oferta de los préstamos.
Las entidades financieras están dimensionadas y capitalizadas en los términos precisos y disponen de los flujos de financiación necesarios para atender tanto sus refinanciaciones como las peticiones de empresas y familias. Pasarán a buen seguro con holgura los exámenes de solvencia del próximo ejercicio y buscarán la forma de reanimar sus balances, puesto que la supervivencia de sus cuentas de resultados depende tanto de la concesión de crédito como de la captación de financiación barata. Las condiciones financieras de España han cambiado, así como las expectativas que los inversores extranjeros tienen sobre el país; solo falta que la banca que opera en el mercado devuelva con un ejercicio de financiación a la economía lo que, en conjunto, ha recibido directa e indirectamente pare recuperar la solvencia y la reputación que perdió todo el sector por las prácticas de una parte.