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Las Sicav, más síntoma que enfermedad

El Gobierno ha decidido, oh, sorpresa, blindar el favorable estatus fiscal de las Sicavs. Antes de empezar, una matización: cuando se habla de que las Sicav tributan al 1% no quiere decir que no paguen impuestos: no tributan casi nada por el dinero que ganan en sus operaciones de inversión, pero cuando el titular de la Sicav quiere sacar el dinero de ésta, sí paga impuestos. O debería.

1.- La existencia de un régimen fiscal especial para las inversiones de los ricos es algo feo, e injusto. Pero la vida es fea, y hay cosas que no se pueden cambiar. Mientras exista el euro, libertad de movimientos de capitales, subir el tipo que se aplica a las Sicav no tiene sentido, porque éstas se pueden domiciliar tranquilamente en Luxemburgo, Irlanda u otro estado de la unión. Es decir, se puede penalizar a las Sicav, pero difícilmente recaudar más dinero por esta vía. El País Vasco elevó el tipo al que tributan los rendimientos de las Sicav y, en consecuencia, la mayor parte de ellas emigró a Madrid.

2.- Podemos comprar la idea de un régimen especial para que las grandes fortunas gestionen su patrimonio. Pero ese argumento no valida el rocambolesco estatus de las Sicav en España, que es en esencia una ficción: disfrazar como inversión colectiva lo que no lo es, en aras de evitar una presunta fuga de capitales.

3.- La historia reciente ilustra bastante bien este absurdo: para que la Sicav pueda tributar como inversión colectiva necesitaba que la sociedad tuviese 100 partícipes. Como, en realidad, las Sicav se estructuran como vehículo de inversión de una persona, la banca de inversión tenía que buscar 99 hombres de paja, llamados mariachis en el mundillo, para cumplir los requisitos. Hacienda abrió una investigación para verificar si las Sicav se valían de este truco para obtener beneficios fiscales de forma inapropiada. El Gobierno, en 2005, tiró por la calle del medio y quitó a la Agencia Tributaria la supervisión sobre un vehículo cuya razón de ser es única y exclusivamente fiscal. La competencia al respecto recayó en la CNMV.

4.- Mientras tanto, el verdadero problema de las Sicav seguía sin resolverse: después de haber tributado al 1% por sus inversiones, los grandes patrimonios se valían de trucos para pagar menos impuestos. Lo normal sería que tributasen al tipo que se aplica al rendimiento de capital (hoy, un 27% para todos, antes un 21%). Pero dos mecanismos lo evitaban; en muchas Sicavs , en vez de vender las acciones o dar dividendo se aprobaba una reducción de capital: la Sicav aumentaba capital con cargo a sus reservas (construidas con los beneficios de las inversiones) y después devolvía capital a los accionistas, reduciendo la plusvalía sujeta a gravamen. El otro truco era la reinversión de los beneficios en otras sociedades. Estos dos agujeros se taparon por la vía legal en 2010. Las fuertes minusvalías sufridas por las Sicav con la crisis ya habían hecho, de todos modos, parte del trabajo.

5.- No sé, la verdad, si hoy por hoy hay otros agujeros que permitan esquivar el pago de impuestos de las Sicav de forma legal. Pero si el Gobierno se plantea una reforma fiscal (que España necesita bastante más que otras reformas) debería aclarar la situación de las Sicavs. Si es necesario un vehículo para la inversión de las grandes fortunas, que se plantee en este sentido. Que se le ponga nombre, condiciones para operar, que lo supervise la Agencia Tributaria (dado que se trata de vehículos fiscales) y, sobre todo, se aproveche la nueva figura legal para tapar posibles agujeros y garantizar que, efectivamente, el gran patrimonio pague impuestos cuando quiera rescatar su inversión. Como los paga el partícipe de un fondo.

6.- Siempre que se trata el tema de las Sicav se agita el espantajo de la fuga de capitales. Casi siempre sin razón: el domicilio social de una Sicav, en Luxemburgo o Madrid, tiene pocos efectos sobre la economía. Los comerciales y los gestores no tienen por qué cambiar. Por otro lado, como hemos comprobado últimamente, hasta las más egregias familias del sector financiero, de la nobleza o de la clase política tienen cuentas secretas en Suiza. Quien quiere defraudar a Hacienda por esta vía ya lo está haciendo, no necesita cambios legales. 

7.- Por mi parte, como he contado en el primer punto, el problema de las Sicavs siempre ha estado más en el rescate de las inversiones y menos en la tributación dentro de la Sicav. Una vez se atajó el problema en 2010, el caso de las Sicav me parece más un síntoma que una enfermedad. Es decir, el sistema fiscal español tiene el dudoso mérito de tener los tipos nominales más altos y una de las recaudaciones más bajas de Europa. Y eso no es culpa de las Sicav, sino más bien gracias a alambicadas normas hechas a medida del lobby de turno. Como la que sirve de paraguas a las Sicav.

8.- Cabría pensar que esto cambiará con la reforma fiscal, pero sospecho que no. Insultos a la lógica como obligar a pagar por la electricidad a quien se genera la suya propia o rescatar con dinero público unas autopistas que no tienen coches definen bastante bien las prioridades el actual Ejecutivo

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