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Columna
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Economía catastrófica

Filipinas podría aprender algunas lecciones del tsunami del Océano Índico. Al igual que el maremoto de 2004, el tifón Haiyan ha causado muerte y destrucción. El próximo reto es gestionar las distorsiones económicas causadas por la reconstrucción.

El coste humano del súper tifón es demasiado evidente: la tormenta destruyó el 80% de las estructuras a su paso, matando a unas 10.000 personas en una sola ciudad.

Las consecuencias económicas están menos claras: los economistas de HSBC cifran el daño entre el 0,16% y el 1,4% de los 272.000 millones de dólares del PIB de la nación. Pero eso es solo la producción perdida. La verdadera magnitud de la devastación solo se conocerá tras la ardua tarea de reconstruir viviendas e infraestructuras.

Incluso antes de eso, sin embargo, Manila puede sacar algunas lecciones del tsunami. La primera es que la reconstrucción y reparación pueden ser mucho más caras de lo que parece en principio. En Indonesia y Sri Lanka se produjeron picos salariales entre los obreros porque agricultores y pescadores perdieron sus medios de vida, y su capacidad para costear los nuevos hogares fue menor –incluso con subsidios–. Al mismo tiempo, la reconstrucción causó una repentina escasez de albañiles, fontaneros y pintores.

La segunda lección es que el problema podría empeorar si la ayuda externa termina haciendo subir la moneda, como en Sri Lanka en 2005. La combinación de un trabajo más caro y un tipo de cambio más fuerte perjudica la competitividad de exportación.

Gran parte de la producción de Filipinas proviene de la región de la capital, fuera de la trayectoria del tifón. Por lo tanto la economía, que ha visto cuatro trimestres crecer su PIB más de un 7%, probablemente mantendrá su impulso. Pero la expansión sostenida también significa que, a diferencia de la Tailandia de 2005, la economía de Filipinas no tiene mucho margen. Si las autoridades no tienen cuidado, la reconstrucción basada en el capital extranjero podría desencadenar una espiral de precios y salarios. Eso agravaría la tragedia inicial.

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