Lo que Chile ofrece a los emprendedores
Mientras España se limita a dar incentivos fiscales, el país andino ataca con subvenciones a fondo perdido el problema principal que es la falta de capital semilla
Conseguir financiación es el principal obstáculo al que se enfrentan los emprendedores en España. Pero hace casi un año, a David Troya le ofrecieron 30.000 euros a fondo perdido para desarrollar su proyecto, GlampingHub, una central de reservas online especializada en campamentos de lujo.
La generosa propuesta no vino del ICO, de Enisa ni de ningún otro organismo público español... Vino de Chile.
A cambio, solo le pidieron que pasase una temporada en el país andino, participando en charlas, talleres y otras actividades de fomento al emprendimiento.
Dadas las circunstancias, no es difícil adivinar cuál fue la respuesta de Troya. “No hay programas así en España, que te den 30.000 euros a cambio de nada material. Así que, bueno, uno tiene que ir adonde le den las lentejas”, comenta.
Troya, de 32 años, es uno de los cientos de emprendedores de todo el mundo que en los últimos años se han ido a poner en marcha sus ideas de negocio a Chile, atraídos por las facilidades que el país suramericano está dando a la creación de empresas de base tecnológica.
“Buscamos gente que piense distinto, ya que la innovación viene de personas que hacen las cosas de otra manera. Por eso, estamos tomando medidas para atraer talento que nos ayude a dar el salto en innovación que nuestra economía necesita”, explica Lorena Sepúlveda, directora de la oficina comercial de Chile en Madrid.
El programa estrella es Start-Up Chile, que selecciona ideas de emprendedores nacionales y extranjeros y los ayuda a desarrollarlas con 40.000 dólares en capital semilla, un visado de un año y una oficina.
El único requisito es que el proyecto tenga potencial de crecimiento a escala internacional. Como el dinero no es un préstamo, sino una subvención a fondo perdido, el emprendedor no tiene que devolverlo. Tampoco debe ceder una participación en el capital social de su empresa al Estado chileno.
Lo único que se le pide es que esté dispuesto a trabajar un mínimo de siete meses en el país. Durante ese tiempo deberá participar en actividades que animen a los chilenos a crear sus propios negocios.
Desde su lanzamiento en 2010, el programa ha recibido 10.000 candidaturas, de las que ha seleccionado 750 procedentes de 60 países. Entre los españoles, además de GlampingHub, el portal de Troya, destacan los casos de Floqq (venta de vídeos formativos), Nubelo (agencia de empleo de profesionales freelance) y Tutum (medición en línea de aplicaciones web).
21 millones de euros
Es el capital levantado por al menos 65 de los 175 proyectos subvencionados por Start-Up Chile en los tres años que lleva el programa. SaferTaxi, una aplicación para pedir taxis desde el móvil, es la que más ha recaudado: 3,1 millones de euros en su segunda ronda de financiación.
EE UU lidera la procedencia de los proyectos seleccionados, con el 24%, seguido por Chile, con el 21%.
“Aquí en España no conozco nada parecido”, dice Héctor Morell, fundador de Invierteme, una red social de emprendedores e inversores ángel. “Tenemos los préstamos de Enisa y del ICO, pero estos no son a fondo perdido. Así que si quieres expandirte internacionalmente, el programa de Chile merece la pena”, opina.
España también está tratando de incentivar la creación de empresas e incluso ha aprobado una Ley de Emprendedores. Pero presionada por las políticas de austeridad impuestas por sus acreedores europeos, sus ayudas se han limitado a tímidas medidas fiscales, básicamente facilidades para el pago del IVA y bonificaciones en la cuota de autónomos.
En cambio, Chile, una economía cuatro veces más pequeña, pero en plena forma, está aprovechando su bonanza para atacar el problema principal, que es la falta de crédito.
El caso de GlampingHub es elocuente al respecto. Hoy, 40.000 dólares parecen poco para un portal que recibe 75.000 visitas al mes, acumula unas 10.000 reservas, tiene registrados 600 alojamientos de los cinco continentes y ha merecido reseñas en medios internacionales como Forbes y Time.
Pero cuando el proyecto empezó, hace casi un año, “esos 40.000 dólares eran la diferencia entre la vida y la muerte”, recuerda Troya.
Morell sostiene que pese a los avances de los últimos años, aún hoy, con la Ley de Emprendimiento promulgada, las ayudas son deficientes. “Han reducido la tarifa de autónomo a 50 euros durante los primeros seis meses de actividad y permitido que el IVA no se pague hasta que se cobre la factura, pero en el tema de la financiación, que es el gran problema de los emprendedores, no se ha hecho nada”, advierte.
“A mí todavía nadie ha venido a decirme: ‘Toma, aquí tienes 40.000 dólares a fondo perdido’, como hace el Gobierno chileno”, enfatiza.
A menos que el emprendedor reciba el apoyo de amigos y familiares, o encuentre un business angel que le preste el dinero a cambio de un porcentaje de las acciones, es muy difícil que consiga el capital inicial.
“En España nadie te regala 40.000 dólares como hace Chile”, dice Héctor Morell, fundador de Invierteme
Sin embargo, las diferencias no se circunscriben al tema del crédito. El trámite de abrir una empresa en Chile no cuesta nada, tarda una media de cinco días, y uno si se hace online. En España, en cambio, si bien se ha hecho un esfuerzo por reducir el papeleo, el proceso se demora todavía 23 días, 12 más que la media de los países ricos, según el Doing Business del Banco Mundial.
“En los últimos tres años he abierto tres empresas en España y con ninguna de ellas el trámite ha sido gratis ni me ha tardado menos de 18 días”, corrobora Troya. “En Chile puede hacerse en 24 horas y cuesta cero euros”, añade.
La motivación de las políticas también es diferente. Mientras que España incentiva la creación de empresas porque necesita reducir las altas tasas de paro, sobre todo juvenil, Chile lo hace porque se ha propuesto acabar la década con el estatus de país desarrollado. Y su Gobierno ha entendido que eso pasa no solo por invertir en escuelas, hospitales y carreteras, sino también por crear un ecosistema de apoyo al emprendimiento.
Morell cree que si el país mantiene el actual ritmo de crecimiento, cumplirá el objetivo perfectamente. “Mientras que España prevé para el año que viene un avance del 0,2%, Chile está creciendo a una tasa anual del 4,5%. Por eso muchos fondos de capital riesgo están invirtiendo allí”, destaca.
Si bien entiende que la situación económica de ambos países es muy diferente, a Troya le gustaría que España haga como Chile y extienda “una alfombra roja” a los emprendedores.
Financiación colectiva para pymes que quieran exportar desde Chile
La última convocatoria de Start-Up Chile se cerró el 1 de octubre –el programa lanza una cada dos o tres meses, así que hay que mantenerse atento a la próxima–, pero actualmente está abierto el plazo para presentar candidaturas al Plan C.
Esta iniciativa está orientada a pymes que no tienen capacidad de producir a gran escala, pero sí cuentan con un producto que puede tener demanda internacional.
El programa se basa en el crowdfunding de recompensa. Las pymes seleccionadas publican sus ofertas en portales de financiación colectiva, como Kickstarter o Indiegogo, con los que Chile ha llegado a un acuerdo.
Ahí, en un vídeo, los empresarios invitan a los usuarios de estas webs a realizar donaciones económicas que les ayuden a internacionalizar su negocio. A cambio, se comprometen a enviarles una muestra de su producto, de acuerdo con el importe donado, en un plazo de entre 30 y 180 días.
La idea es que los clientes paguen por adelantado la mercadería y que la pyme pueda comprobar si su oferta tiene demanda real.
Al programa puede optar cualquier empresa que se instale en Chile, independientemente de su procedencia, como ha sido el caso de la boliviana Fibras Andinas, que en un mes consiguió 25.000 dólares para exportar tejidos hechos con la primera lana de llama que no pica.