Felipe González demanda un nuevo liderazgo
Le gusta repetir que los expresidentes son como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. Aparentemente tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes. Nadie sabe muy bien dónde ponerlos y todos albergan la secreta esperanza de que algún niño les dé un codazo y los rompa. Lo cierto es que, según Felipe González, emiten opiniones que a veces proyectan demasiada sombra o se convierten en armas arrojadizas durante la batalla política diaria. De todo ello, en pleno descrédito de la política y de las instituciones, habla el expresidente del Gobierno en su libro En busca de respuestas. (Debate, 19,95 euros).
González reflexiona sobre el liderazgo político, empresarial y social, y sobre cómo se pueden afrontar los desafíos del presente para sentar las bases de un futuro mejor. Esboza además lo que debe ser un líder, del que asegura que no lo define su voluntad, aunque la tenga, sino los resultados de lo que hace. Y advierte que un auténtico líder es aquel que es capaz de hacerse cargo del auténtico estado de ánimo social.
Además, una de las características que define el liderazgo es la fortaleza emocional, que, según González, no hay que confundir con inteligencia emocional, “de la que tanto se habla últimamente y casi siempre con poco fundamento”.
Porque la fortaleza es la capacidad para no dejarse arrastrar por el éxito ni por el fracaso. El liderazgo se caracteriza por la búsqueda incesante de respuestas, porque las preguntas son siempre las mismas.