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Tribuna
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La inversión extranjera y España

Después de años de sequía, asistimos en las últimas semanas a un ligero repunte de la inversión extranjera en empresas españolas. Los capitales internacionales vuelven su mirada a nuestro país cada día con mayor interés. Operaciones muy llamativas como la toma de participación en la cotizada FFC por parte de un fondo liderado por Bill Gates han acaparado páginas en la prensa en los últimos días. Y, cuando esto sucede, siempre hay voces que inmediatamente se levantan para reclamar la españolidad de nuestras empresas y la defensa del protagonismo de los capitales nacionales.

Otros países, como Italia o Argentina por ejemplo, son tremendamente beligerantes en este aspecto de protección patria y empresas españolas han sufrido en sus propias carnes la defensa numantina por parte de las autoridades de esos países que han dificultado la inversión en ellos.

En la evolución histórica de la economía hemos pasado del protagonismo de los propietarios de la tierra, al protagonismo del capital y su nacionalidad, para llegar en la actualidad al protagonismo del talento. Lo clave hoy no es quién es el dueño de la tierra o de dónde proceden los capitales, sino dónde están las ideas, quienes son los propietarios y los protagonistas de la investigación y del talento. Por eso, cotizan mucho más en las bolsas compañías como Google, Facebook o Microsoft y pierden valor bursátil grandes conglomerados industriales localizados en Detroit o en otros lugares del planeta.

¿Son Telefónica, Santander, Iberdrola o BBVA compañías españolas a pesar de que una gran parte de sus accionistas son internacionales, grandes fondos foráneos que mueven cada día miles de millones en mercados de todo el mundo? Yo creo que sí. Porque en España están sus sedes sociales y fiscales, porque españoles son sus equipos directivos y porque sus ideas y su talento son claramente nacionales. Y da igual que tanto por ciento de su capital está en manos de las viudas escocesas o de los jubilados canadienses, lo importante es que esos accionistas depositan su confianza en el talento español y gracias a ello nuestro país crece, se desarrolla, se crean puestos de trabajo y riqueza en España. Hay que destacar que el talento equivale al saber hacer y cuando hay un avance tecnológico al saber hacer mejor que otros.

Los economistas clásicos distinguían entre el capital y la empresa con toda razón. Los ahorros de las viudas escocesas no sirve para crear empresa si no hay un saber hacer empresarial y eso es lo que debe pertenecer a nuestras empresas no que los ahorros sean exclusivamente españoles, los ahorros serán bienvenidos procedan de donde procedan.

La tendencia a que la inversión internacional siga creciendo en España en los próximos meses parece clara. Bienvenida. Eso significa que recuperamos la confianza de los mercados, que los grandes inversores vuelven a tener en cuenta a nuestro país y que, más pronto que tarde, recuperaremos una senda de crecimiento sostenido.

En este camino que se consolida no intentemos poner puertas al campo, porque en un mundo globalizado como el actual eso no es posible ni rentable. No escuchemos voces proteccionistas que consideran que los propietarios de nuestras empresas deben ser únicamente compatriotas. No nos envolvamos en una bandera nacionalista y aislacionista que a nada conduce.

Protejamos nuestro talento, hagamos de la investigación y el desarrollo un pilar de trabajo para que nuestras empresas sean cada día más innovadoras y más atractivas para los inversores, y abramos las puertas a los capitales internacionales, vengan estos de Norteamérica, Alemania, Japón o China. Lo importante es que ese capital, que ya no es el centro de la actividad económica, nos permita desarrollar con fuerza los auténticos motores que hoy mueve el mundo que son el talento y las personas. Confiemos en que el talento y las personas de España sean capaces de recuperar la confianza de los mercados, y volveremos a estar en el camino del éxito.

Blas Calzada es presidente del Spain Investors Day (SID) y ex-presidente de la CNMV

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