Ciudades con historias de café
Tras la estela del ároma de la Kaaba
Cuenta la leyenda que fue un pastor de Abisinia quien descubrió la ‘kaaba’, en árabe, la preciosa piedra de color... café. Desde entonces algunas ciudades han hecho su historia de café en café.
De todo se hablaba en los cafés o a la hora del café. La hora de las famosas tertulias literarias, políticas y taurinas. Pero el tiempo pasa y ya no quedan ni las luces de los dos cafés más famosos que albergó la Plaza Mayor de Madrid en el siglo XIX, ambos al lado del Arco de Cuchilleros: el Café de la Plaza, situado en la Escalerilla de la Piedra, y el Café del Gallo, en el número 10.
Entonces no era fácil degustar sin sobresaltos una leche helada o una de almendras, típicas de la época, ya que ambos locales eran frecuentados por abastecedores de mercado, traficantes de animales, vendedores, bandidos y otras gentes de malvivir y mujeres de goce rápido.
Café la Giralda en Buenos Aires
Los nostálgicos de otros tiempos se sentirán como pez en el agua en uno de los cafés más antiguos de Buenos Aires (Argentina), La Giralda (avda. de Corrientes, 1453); para los que esperan algo de glamour no será más que una antigualla decadente. Curiosamente, es famoso por su chocolate, muy espeso, con churros y porque algunos lo confunden con su homónimo uruguayo donde se estrenó, para muchos, el himno de los tangos, La cumparsita. Allí se refugió la bohemia porteña para presumir de sus conquistas y olvidar sus desengaños al ritmo que marcaba Carlos Gardel; no en vano, esta avenida estaba salpicada de cafés dedicados a este género, pero hoy son muy pocos los que se conservan. (Hotel y vuelo desde 902 euros en eDreams.com).
Café Al Fishawi en El Cairo
¿Quién necesita excusas para viajar a Egipto? Con un pasado milenario lleno de historias y leyendas, perderse en su capital, El Cairo, y en uno de los mercados más famosos del mundo, Jan el-Jalili, es una aventura apasionante, pero también agotadora. Después de callejear, comprar y regatear sin parar, nada mejor que hacer un alto en el café más antiguo de este país. En un multitudinario y colorido ambiente, oirá todo tipo de acentos antes de atravesar un callejón para llegar al Café El Fishawi (plaza de Hussein). Casi 250 años de historia se mezclan en una atmósfera decadente con lugareños y turistas para degustar un exquisito té árabe o el tradicional narguile –pipa de agua–. (Una semana desde 489 euros hotel y vuelo en Destinia.com).
Café Pera Palas en Estambul
Forma parte del conjunto arquitectónico del hotel más lujoso de la antigua Constantinopla, el Pera Palace, situado en el histórico barrio de Pera y el moderno Beyoglu. Este centenario café, Pera Palas (Mesrutiyet Cad, 98-100), aún conserva la suntuosidad que le diera fama mundial por sus distinguidos huéspedes. Entre sus divanes se acomodó Agatha Christie para escribir Asesinato en el Orient Express. La actriz Greta Garbo o la espía Matahari se refugiaban allí y quién sabe si intentaban adivinar su futuro entre los posos de un café turco (orta kahve). De fuerte sabor, se deja que repose para que los posos vayan al fondo de la taza, se voltea sobre el plato y los dibujos desvelan su destino. (5 días, hotel y vuelo, desde 564 euros en Rumbo.es).
Café A Brasilera
La figura de bronce del poeta portugués Fernando Pessoa pegado a su inseparable taza de café preside la entrada a este local, un icono en los itinerarios turísticos de Lisboa situado en el no menos emblemático barrio de Chiado, destruido por un incendio en 1988 y cuya reconstrucción duró más de una década. El Café A Brasileira (Rua Garrett, 120) data de principios del siglo XX y se convirtió en un lugar de reunión de artistas e intelectuales. Allí dicen que se inventó la bica, el popular café corto y fuerte portugués, y son famosos sus pastéis de nata y su tarta de manzana. La calle donde se ubica tiene mucho ambiente y siempre hay músicos amenizando la terraza. (4 días, vuelo, alojamiento y desayuno, 605 euros en Atrapalo.com).
Café Gijón en Madrid
La vida misma en esos antiguos cafés inspiró los personajes que Pérez Galdós recreó en Fortunata y Jacinta. De esa época es el Gijón (paseo de Recoletos, 21), fundado en 1888 en lo que entonces eran las afueras de la capital, uno de esos sitios con solera que ha cambiado de dueños pero que jamás cambiará de nombre por expresa condición de su fundador en el traspaso. Mesas de mármol y asientos de terciopelo rojo cobijaron a Galdós, Machado o Lorca. Después de la Guerra Civil, Buero Vallejo, Gerardo Diego y otros recuperaron las tertulias y lo convirtieron en el último superviviente de esta tradición madrileña. Hoy cuenta, además del café, con una castiza taberna y una terraza muy concurrida todo el año. (Avión desde 39 euros en Vueling.com).
Café de La Paix en París
Caro, exclusivo y elegante, como no podía ser de otra forma en la capital francesa. Si París bien vale una misa, para muchos viajeros no tiene precio saborear un café en la terraza del Café de la Paix (12 Boulevard des Capucines) y contemplar el Teatro de la Ópera. Si se dispone de más presupuesto, también se pueden degustar los platos de la cocina francesa en su interior. Inaugurado el 5 de mayo de 1862 en el edificio que albergaba el Grand Hotel, fue diseñado para la Expo de 1867. Café y hotel fueron frecuentados por reyes, actores, escritores o músicos, como Alfonso XIII, Orson Wells, Guy de Maupassant o Giuseppe Verdi, y fue uno de los cafés más famosos del siglo XIX. Hoy día conserva la misma decoración. (Vuelos solo ida, 96 euros en Air France).
Café Florian en Venecia
La ciudad de las góndolas y los canales presume de tener, entre muchas otras reliquias, el café más antiguo del mundo, situado en una de las plazas más visitadas y fotografiadas, San Marcos. Si cualquier momento es bueno para adentrarse en sus ostentosos salones, es en los carnavales cuando este local se vuelve mágico y nos retrotrae a evocadoras escenas de otras épocas. Cada quien compite por lucir el mejor disfraz y compartir mesa con los fantasmas de lord Byron, Proust o Dickens. Al Florian se puede llegar, cómo no, en vaporetto, no en vano se ha inundado varias veces. Es caro pero bien merece darse un capricho al aroma de un spresso –concentrado y corto– al estilo italiano. (766 euros en Tripadvisor.es vuelo y 6 noches).
Café Frauenhuber, en Viena
Es el más antiguo de todos los establecimientos de este tipo que salpican las calles de Viena y su origen se remonta al siglo XVII. Debe parte de su fama a que en este local actuó Mozart. Lo primero que sorprende al visitante es que los camareros, como en la mayoría de los cafés vieneses, visten de rigurosa etiqueta, una tradición que se remonta a la época dorada de la capital austriaca. Por su ubicación, el Café Frauenhuber (Himmelpfortgasse, 6-8) es un lugar perfecto para hacer una parada mientras se va de compras o se visita la espectacular catedral de San Esteban, o simplemente para comer, tomar un tentempié, jugar al bridge, ajedrez o billar. Como todo en Viena, es caro. (Desde 415 euros alojamiento y vuelo, 4 días).