Más presión fiscal a la gran empresa
El Estado ha perdido grandes volúmenes de recaudación desde que comenzó la crisis en todos y cada uno de los impuestos, pero de forma muy abultada por Sociedades, mientras que las administraciones periféricas la han perdido por todos los tributos ligados a actividad inmobiliaria. Para recomponer los niveles de ingresos y poder sostener cotas aceptables de gasto, el Gobierno ha corregido varias deducciones en el impesto de Sociedades y ha modificado el calendario de pagos; además de eliminar la deducción por gastos financieros, tramita en Cortes una norma para eliminar la deducción por el deterioro de las carteras de valores y por las pérdidas obtenidos en el exterior.
Aún así, sobre todo los grandes empresas siguen tributando por tipos efectivos muy modestos, en muchos casos inferiores a los de pequeñas empresas. Por ello la reforma fiscal integral que prepara Hacienda y que será de aplicación en 2015 supondrá un reequilibrio de los impuestos, con un desplazamiento de la presión hacia las empresas, y seguramente con menos presión sobre las rentas personales. La reforma debe equilibrar la carga, pero debe hacerlo de forma tal que no sea desincentivadora de la inversión, el riesgo, el emprendimiento y la actividad económica en general.