Una descarga de efectivo
La política industrial de Japón se está yendo al garete –en el buen sentido. Lixil, el grupo de materiales de construcción que cotiza en Tokio, se hará con el control de Grohe, el importante fabricante de accesorios de baño de Alemania.
Algunos de los grifos de Grohe se venden por 2.000 euros. La empresa tampoco es barata. El acuerdo con Lixil valora a Grohe en 3.100 millones de euros –más de 11 veces su Ebitda de 2012. Aunque alto, el precio aún puede ser razonable. Grohe cuenta con un impresionante récord en crecimiento y márgenes. En los últimos cuatro años, ha logrado un crecimiento orgánico en sus ventas anuales del 8%. Grohe, que posee el 72% de Joyou, un homólogo chino, también está bien posicionada para sacar provecho de este emocionante mercado emergente.
Sin ayuda, Lixil habría luchado para conseguir que Grohe llegara a sus manos, aunque su deuda neta habría aumentado de manera alarmante –de 2,5 veces su Ebitda a casi cinco veces, según los datos de Thomson Reuters Eikon.
Pero Lixil ha encontrado una forma inteligente de aprovechar el crecimiento de Grohe sin extralimitarse demasiado. Se ha asociado con el Banco de Desarrollo, controlado por el gobierno de Japón. Los detalles financieros son incompletos, pero la participación de los contribuyentes permitirá a Lixil contener la deuda y probablemente le dará la capacidad financiera para continuar su expansión.
A principios de este año, Lixil completó la compra del grupo de fontanería estadounidense American Standard Brands por 542 millones de dólares. Grohe también baraja otras posibles nuevas adquisiciones, haciendo hincapié en que quiere convertirse en un “importante consolidador de la industria sanitaria global”. Con Grohe y la política industrial japonesa a un lado, Lixil podría estar a punto de hacer el agosto.