Hermès rinde homenaje al cuero
Una exposición reúne en Madrid las piezas más valiosas de la firma. Se mostrará un repertorio de las pieles más bellas del mundo
Se puede tocar, oler y disfrutar de él como si fuera un buen vino. Porque el cuero maduro evoca plenitud, emociona, transmite vida, encierra vivencias. Y para Hermès es mucho más que una materia prima, es el eje sobre el que gira su universo. Ha sido la primera materia amaestrada por la firma francesa, uno de los máximos exponentes del lujo artesanal.
Por tanto, según reconoce Pierre-Alexis-Dumas, director creativo de la maison, siempre será su mayor conquista. De hecho, llevan más de 170 años trabajándola, innovando con ella. La piel es un juego, es un elemento inspirador para la firma que nació como una talabartería y ha llegado a convertir alguno de sus productos en auténticos iconos de la moda, como los bolsos Kelly o Birkin.
Porque el cuero tiene colores, desprende perfumes, presenta diferentes acabados, puede estar curtido, tintado, cortado, ensamblado, cosido, patinado, lustrado y hasta canta, dicen en la firma, cuando se le trabaja o se le roza.
Una exposición rinde homenaje, desde el 24 de septiembre al 13 de octubre, a este material en el Palacio de Cibeles de Madrid. El recorrido comienza enseñando todo el saber hacer, donde se mostrará un repertorio de las pieles más bellas del mundo, donde no tienen cabida los desperfectos. También las herramientas, con su nombre preciso: punzón, chifla, pinza de coser, lezna... Y los gestos:los del cortado, los del aparado y el cosido. Pero nada de todo esto tiene sentido sin los artesanos, pieza clave en esta casa.
Existe una sala de la pátina del tiempo, con los objetos de siempre: documentos de trabajo o útiles de viaje. Una excusa para no olvidar que el cuero embellece y madura.
Los cierres también tienen un hueco en esta muestra. Al igual que una puerta, un bolso debe estar abierto o cerrado. Tiene un papel clave, ya que encierran tesoros, pero además sirve para dar un toque especial, a golpe de clic, a cualquier bolso.
Existe un bulevar de los cinturones, que Hermès fabrica desde comienzos del siglo XX. Primero fueron marciales y utilitarios. Lo atestigua el cinturón Étrièvere, uno de los primeros, que debe su nombre a la correa que une el estribo a la silla. Más tarde llegaron los cinturones civiles y se llenaron de fantasía.
En Hermès siempre se ha fomentado el espíritu nómada a través de sus bolsos de viaje, pensados para tener todo lo necesario a mano. Una selección de fotografías invitará al visitante a recrearse con el paso del tiempo, a recordar esa agenda o admirar la esfera de un reloj.
En la exposición se rinde homenaje a elementos como la discreción y la sencillez. Porque si algo tiene un producto de esta firma es que recién adquirido parece que lleva toda una vida con uno. Pero a la vez siempre, por más décadas que cumpla, parece nuevo.
El caballo está presente en la muestra:fue el primer cliente, ya que fue por él, para él y sobre él que todo empezó en 1837, en un modesto taller de guarnicionería en París.
También hay hueco, aseguran en la firma, para esas Matrioskas de cuero, como es la pequeña marroquinería, inseparable de la grande. Y que tampoco se puede desligar de esos bolsos legendarios como Plume, Bolide, Constance, Évelyne, Sac à dé Pêches, Trim, Verrou, Picotin Lock, Lindy, Jypsière... Y, por supuesto, los míticos Kelly y Birkin. Que cada uno elija su pieza preferida.