Fortalezas de la economía
La economía española va a registrar un punto de inflexión en 2013. Ya en los primeros meses de este año se empezó a observar una mejora de las condiciones financieras. La fuerte demanda por la deuda española, con una prima de riesgo que se situaba en el entorno de los 300 puntos básicos, el retorno de los flujos de capital, el éxito de emisión de deuda de algunas entidades privadas y los superávit por cuenta corriente acumulados desde finales de 2012, fueron y son los aspectos más positivos desde el punto de vista financiero. Sin embargo, hasta finales de primavera no se pudo apreciar un cambio de tendencia en los indicadores del sector real y del empleo.
El INE ha confirmado que la caída de la actividad se está frenando, con una variación del PIB en el segundo trimestre prácticamente nula (-0,1% intertrimestral), frente al -0,5% del primer trimestre o al -0,8% del cuarto de 2012. También los datos del empleo, sobre todo en el sector privado, muestran un descenso más moderado que en los trimestres previos. La EPA del segundo trimestre recogió un descenso de los parados en 225.200 personas y un aumento de los ocupados de 149.000 personas con respecto al trimestre anterior. Si bien estos datos son positivos, hay que tener en cuenta que el segundo trimestre es un periodo especialmente favorable para la creación de empleo por factores estacionales. En comparación con el año anterior, el número de ocupados continúa registrando un descenso notable (-3,6%), si bien más moderado que el de los trimestres previos, en línea con la menor caída de la actividad.
Todo ello está indicando que la economía española puede estar tocando fondo. No obstante, la recuperación que se vislumbra será muy moderada en su etapa inicial. En concreto, desde CEOE se prevé una caída del PIB este año del -1,5% y un crecimiento del 0,8% en 2014. El sector exterior jugará un papel clave en esta salida de la crisis, pero la consolidación fiscal y los elevados niveles de endeudamiento continuarán lastrando la demanda interna.
El INE ha confirmado que la caída de la actividad se está frenando, con una variación del PIB prácticamente nula
Las mejores perspectivas sobre la economía mundial, sobre todo fuera de Europa, las ganancias de competitividad logradas en estos últimos años, la corrección de los desequilibrios básicos de nuestra economía y las reformas estructurales llevadas a cabo durante la crisis serán las fortalezas en las que se apoye esta recuperación.
Durante la crisis de los últimos años, la moderación salarial y los incrementos de productividad han permitido una mejora de la competitividad de la economía española, que ha compensado una gran parte de la competitividad perdida en la etapa anterior de fuerte crecimiento. Por otro lado, la debilidad de la demanda interna ha impulsado la apertura al exterior del tejido empresarial español, incrementándose de forma significativa la base exportadora en los últimos cuatro años, especialmente en las empresas de menor facturación o con una actividad exportadora más incipiente. Al mismo tiempo, se ha producido una diversificación de las exportaciones a otras áreas geográficas situadas fuera de Europa y con mayor potencial de crecimiento. Todo ello ha permitido que las exportaciones hayan sido el componente más dinámico durante la recesión y se configuren como el motor de crecimiento durante todo el proceso de recuperación hasta que la demanda interna comience a mostrar tasas positivas.
Pero lo que sin duda podemos situar como la base de la recuperación, que ahora comenzamos, es el proceso de reformas que se ha llevado a cabo en los últimos años en España y que podemos dividir en cuatro ejes prioritarios: la consolidación fiscal para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas; la recapitalización y reestructuración del sector financiero para aumentar su solvencia y reactivar el crédito; la reforma del mercado laboral para modernizar las relaciones laborales; y un conjunto de reformas para impulsar la competitividad de la economía española. Los resultados de estas reformas se verán en el medio plazo, pero ya se observan sus efectos positivos en la recuperación de la confianza de los agentes nacionales e internacionales.
La situación continúa siendo complicada y es necesario avanzar en reformas económicas y sociales
La buena marcha del sector exterior y las reformas llevadas a cabo en las cuentas públicas han sido fundamentales en la corrección de dos desequilibrios básicos de nuestra economía: el déficit corriente y el déficit público. España es una de las economías que más rápido y en mayor cuantía ha corregido su déficit corriente, desde los máximos alcanzados en la época de expansión (-10% del PIB) hasta 2013, donde se prevé que se obtenga superávit por cuenta corriente. También el esfuerzo en términos de reducción de déficit público ha sido muy notable y mucho más si se tiene en cuenta que se ha realizado en un periodo de recesión. La corrección de estos desequilibrios, junto con el proceso de desapalancamiento que están llevando a cabo tanto empresas como familias, resultan absolutamente necesarios para lograr crecimientos sostenibles.
Ciertamente se está haciendo mucho, pero no podemos caer en la complacencia. La situación continúa siendo complicada y es necesario avanzar en aquellas reformas económicas y sociales que mejoren los fundamentos de nuestra economía, aumentando la capacidad de adaptación de las empresas y trabajadores a un entorno más competitivo, cambiante y global. Esto hará que España se sitúe de nuevo como un polo de atracción de inversiones y de actividades empresariales, tanto provenientes de la UE, como de otras áreas.
La mejora de la productividad, la flexibilidad para la reasignación de recursos humanos, financieros y tecnológicos hacia actividades más competitivas exigen políticas y medidas que aseguren que los factores de producción puedan utilizarse de forma óptima.
Estas actuaciones tendrán más efecto si se coordinan a nivel europeo, en donde deben implicarse todas las instituciones, gobiernos, bancos centrales y agentes sociales, que estamos obligados a seguir haciendo todo lo posible para lograr que esta incipiente recuperación se convierta en un crecimiento sostenible que permita volver a crear empleo.
Edita Pereira es jefe del Servicio de estudios de CEOE