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Tribuna
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Una sanidad tecnológica con corazón humano

El avance de la tecnología en el sector sanitario, biotecnológico y farmacéutico es trepidante. Las puertas se abren a una evolución con más posibilidades que nunca, pero la transformación que esto implica es tan beneficiosa como delicada. La automatización de procesos, servicios y modelos de negocio se consideran un progreso de efectos exclusivamente positivos, pero no hay que olvidar que elimina el factor humano y puede crear una situación muy arriesgada de dependencia de la tecnología.

Recientemente, se ha publicado el estudio Humanos y Máquinas para abordar el efecto que los avances técnicos pueden tener en el peso de la intuición y la creatividad humana a la hora de tomar decisiones. La investigación aborda distintas áreas de actividad, y hace especial hincapié en el ámbito sanitario, donde arroja resultados significativos sobre los que conviene reflexionar.

Uno de los datos más reveladores del estudio es que el 92,5% de los ejecutivos del ámbito de la sanidad reconoce que actualmente es más dependiente de la tecnología que tres años atrás. A pesar de ello, y aunque la tecnología promete mantener un papel preponderante en la transformación de este sector, los directivos interrogados se muestran convencidos de que no llegará a sustituir a los humanos en el sistema de salud. La razón es clara: el 35% de los encuestados admite que una decisión automatizada tomada por un ordenador ha supuesto costes innecesarios para su organización al menos una vez en el último semestre. Una situación que no se habría producido de haber sido una persona quien tomara la decisión, ya que habría considerado ciertos aspectos que una máquina no programada para ello es incapaz de tener en cuenta.

No hay duda, pues, de que la intuición humana resulta indispensable para tareas tan importantes y también delicadas como realizar un diagnóstico a un paciente o desarrollar nuevos tratamientos o fármacos. El estudio Humanos y Máquinas pone de relieve que, como se desprende de conclusiones como estas, el máximo beneficio de la tecnología se obtiene cuando colabora con la actividad humana en lugar de sustituirla, pero también que los líderes empresariales se muestran preocupados porque sus organizaciones no tienen la capacidad de seguir el vertiginoso ritmo de los cambios tecnológicos para aplicarlos de forma adecuada a sus procesos internos.

Esto genera uno de los principales motivos de inquietud y también uno de los grandes retos a afrontar por las compañías: la interconexión de los sistemas. Es importante mantenerse al día sobre las novedades tecnológicas del sector y aplicar las que pueden resultar más beneficiosas, pero es crucial que la implementación de un nuevo sistema no se haga de forma independiente, sino pensando en su interactividad con los sistemas ya existentes. De hecho, cerca de la mitad de los ejecutivos admite que sin la interconexión de estos sistemas no se alcanza la eficiencia necesaria y hasta un 80% mantiene que es la interacción entre humanos y máquinas el factor que realmente añade valor.

De ese modo, los procesos innovadores garantizarán, entre otras cosas, la obtención, integración en la organización y fácil acceso a información crítica durante las 24 horas del día. Además, los procesos automatizados posibilitarán el uso de documentación estandarizada, un mejor intercambio de información, la reducción de costes administrativos y una mayor protección de la confidencialidad del paciente.

Esto genera otro gran beneficio. Al centrarse en la optimización de los procesos, los profesionales de la salud pueden gozar de una mayor agilidad, lo que se traduce en menos quebraderos de cabeza a la hora de adoptar nuevas tecnologías y métodos de trabajo.

Y sobre todo, los profesionales pueden dedicar sus horas a las tareas que consideran más importantes: encontrar innovaciones en la asistencia a los pacientes y mejorar de forma continuada la prestación de servicios sanitarios.

Humanos y máquinas son dos partes destinadas a entenderse para que la evolución del sector sanitario alcance sus máximos beneficios. La tecnología puede facilitar enormemente una tarea administrativa o de investigación, así como aumentar la fiabilidad de ciertos procesos, pero solo un humano tiene la experiencia y mentalidad para tomar decisiones que implican la salud de una persona; solo él puede mirar a un paciente a la cara y comprender lo que le ocurre. Y no hay máquina que pueda igualarlo.

Eduard Farga es responsable de Desarrollo de nuevos negocios y CMO de RICOH España 

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