Kodak, un gigante que renace pequeño
Tras 19 meses en suspensión de pagos, un tribunal estadounidense ha dado luz verde al plan de reorganización de la compañía, aunque no será hasta el próximo 3 de septiembre cuando se despida formalmente de la quiebra. Atrás queda la gran Kodak, firma centenaria que logró situarse en los años 90 entre las diez más importante de Estados Unidos por capitalización bursátil y que dio su nombre al teatro de los premios Óscar durante 11 años. A partir de ahora, Kodak concentrará sus actividades en tecnologías de impresión digital de alta velocidad y el envasado flexible de bienes de consumo. Adiós a una era.
Durante este tiempo, la compañía estadounidense ha realizado una profunda reestructuración para reducir su deuda, cifrada en 6.750 millones de dólares, más de 5.000 millones de euros, y hacer frente a sus elevados costes en pensiones. “Kodak es una compañía diferente a la que existe en el imaginario popular y muy diferente de la que se declaró en quiebra”, comentó la empresa. Una diferencia que remarcan sus cifras, Kodak tiene una previsión de ingresos para este año de 2.500 millones de dólares, unos 1.865 millones de euros, casi la mitad de lo que tenía cuando se declaró en quiebra, y ha reducido su plantilla desde los 17.000 trabajadores a los 8.500 actuales.
La compañía que generalizó la fotografía solicitó la suspensión de pagos en enero de 2012 para intentar “rentabilizar sus negocios”. Su petición de acogerse al capítulo 11 de la ley estadounidense de quiebras llegó después de dos años en los que la empresa trató de reestructurar su deuda y reorganizar su negocio tras no ser capaz de posicionarse en el mundo digital. Una ironía teniendo en cuenta que fue Kodak quien creó la primera cámara de fotos digital, allá por 1975. Un barco que zarpó pronto y al que no fue capaz de subir a tiempo.
Fin a la cercanía con el consumidor
Kodak se desprendió durante estos meses de sus negocios vinculados al consumidor para concentrarse en servicios empresariales y soluciones de impresión comerciales. Hace un año cerró su negocio de impresión de tinta y meses después vendió un paquete de patentes de digitalización de imágenes a un consorcio liderado por Apple, Google, Blackberry y Samsung por 525 millones de dólares (390 millones de euros), muy por debajo de los 2.000 millones de dólares que espera obtener inicialmente. Además, en abril cerró su disputa con un fondo de pensiones británico al venderle su negocio de fotografía y documentación por 650 millones de dólares (500 millones de euros), a cambio de la renuncia de este a derechos por valor de 2.800 millones de dólares, unos 2.150 millones de euros.
Unas desinversiones que han estado acompañadas de una fuerte remodelación de su consejo de administración y de importantes acuerdos de financiación con la banca, que se han convertido en los pilares de Kodak para sus próximos 188 años.
Los accionistas, los grandes castigados
La decisión del juez de permitir a Kodak salir del proceso de quiebra no cesará los problemas de accionistas y acreedores. Los más afectados serán los inversores que posean acciones ordinarias de la empresa y que no recibirán ninguna compensación por ellas, mientras que sus acreedores solo recuperarán cerca de un 5% del dinero que se les adeuda.
Mientras, la dirección de la compañía ha recibido críticas por parte del administrador concursal por los seis millones de dólares que prevé entregar a sus directivos como incentivos en los próximos tres años tras lograr sacar a Kodak de la bancarrota. De esa cuantía, 1,9 millones de dólares en acciones corresponderán a su consejero delegado, el español Antonio M. Pérez, que tendrá un salario anual de 1,15 millones de dólares los próximos dos años.