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Columna
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¿Fin de la guerra de las patentes?

Los recursos de Apple por su enfrentamiento con Samsung pueden conllevar el alto el fuego en la guerra de los smartphones. Tras del veto de la administración Obama a la agencia de comercio, los tribunales parecen la última oportunidad de los guerreros de las patentes para acabar con los productos rivales. Aunque esta opción puede desvanecerse si Apple pierde.

Las dos compañías, junto con Microsoft y Motorola Mobility de Google, llevan años librando el combate global en los derechos de la tecnología de aparatos con pantalla táctil. Sus armas más poderosas han sido las órdenes que han prohibido la comercialización de equipos rivales, especialmente en Estados Unidos.

Un fallo del Tribunal Supremo en 2006 hizo que las empresas comenzaran a acudir a la Comisión de Comercio Internacional. Pero, la semana pasada, la Casa Blanca revocó una prohibición realizada por esta institución en junio de importar de iPhones y iPads antiguos que infringían las patentes de Samsung. Fue un mensaje a la agencia estadounidense para que endureciera sus normas.

Las mejores armas de las tecnológicas han sido las órdenes que han prohibido la venta de equipos rivales

El cambio también refleja un consenso creciente de que los dispositivos legales no deben ser bloquearse en un mercado cuando infringen los llamados estándares esenciales de patentes (SEP, por sus siglas en inglés).

Los tribunales están comenzando a aplicar ese pensamiento a las patentes ordinarias. El juez federal que supervisa la demanda de Apple contra Samsung en California rechazó el año pasado bloquear los dispositivos de la empresa coreana, pese a que un jurado dictaminó que violan las patentes de Apple. La firma con sede en Cupertino no demostró que la tecnología patentada impulsó la demanda sus productos, sentenció el juez, por lo que el pago de los daños económicos –de unos mil millones de dólares– se consideró una compensación adecuada.

Apple quiere que la decisión sea anulada para lo que ha presentado un recurso, y es comprensible. Obtener las prohibiciones judiciales será casi imposible si las empresas deben demostrar que los consumidores compran teléfonos inteligentes por ciertas características patentadas.

Si así fuera, los gigantes tecnológicos perderían influencia sobre sus rivales, pero el público probablemente tendría un mejor acceso a la última tecnología. Puede que por fin haya una oportunidad para la paz –y la verdadera competencia– en la guerra de los smartphones.

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