La noche más negra de Santiago
Nueve de la noche. Plaza del Obradoiro de Santiago abarrotada de gente, de vecinos, turistas y policías. Minutos antes un guía de la ciudad advierte que otros años no había visto tanto despliegue de fuerzas de seguridad. Agradable cena en un restaurante con compañeros de profesión que recorremos, precisamente en tren, el Camino de Santiago. Una nueva ruta que Renfe acaba de inaugurar este año con Al-Andalus.
De repente, salta la noticia: un tren acaba de descarrilar en la estación. Estupefacción. Allí, en una vía está aparcado nuestro tren. En cuestión de minutos, y a la velocidad de un rayo, la plaza queda desierta. La gente ha salido despavorida camino de la estación a ayudar, a ver qué ha pasado.
La escena es ya de sobra conocida. Un tren destrozado, con restos de vagones que han saltado por los aires. Sirenas, más sirenas, la gente en las vías intentando ayudar a sacar a las víctimas. Solidaridad por todas partes. Y llanto, mucho llanto. El Al-Andalus está situado a escasa distancia del tren siniestrado, al lado del andén donde familiares y amigos esperaban a los suyos, que se quedaron a escasos metros de poder abrazarlos y recibirlos. Impotencia. Por qué poco...
A partir de ahí, escenas dramáticas. Empieza el goteo... Cuatro víctimas diez, 15... Se necesita sangre. Es fácil donarla. Con el carnet de donante subes a un autobús, y ya está. Hay teléfonos de emergencia. Emociona la solidaridad de la gente, con más ganas cada vez de ayudar, de dar un abrazo a alguien. Los bomberos de La Coruña, de huelga, interrumpen la protesta y acuden a Santiago. Parece que todos los servicios de emergencia funcionan y resulta premonitorio el despliegue policial.
La ciudad no duerme. Los hosteleros y los vecinos ponen habitaciones a disposición de los familiares de las víctimas de otros lugares. De vez en cuando llegan noticias de que el presidente de la Xunta, Núñez Feijoo, va avanzando cifras de víctimas. Quedan vagones por desalojar y ya se sabe lo que hay dentro. Los familiares siguen en la estación. El Al-Andalus, también. Cuesta mucho subir ahora a este lujoso palacio rodante.
De madrugada salimos hacia La Coruña. El operativo de rescate sigue trabajando. Triste y negra noche en Santiago. El viaje continua...